viernes, 31 de mayo de 2019

Sobre prisiones y condenas

Cualquier lugar del que no sales,
es una prisión”
 (de la película Amor y Letras) 


Luego de llevarse el dinero
y también la ilusión,
a manos llenas,
llegan unas pocas condenas,
para los pocos presos,
que representan el tiempo
de la más cochina clase politiquera.

¿Cuántos años de cárcel
 merece aquel ladrón,
que disfrazado de político,
utilizó el poder
para alimentar sus cuentas
y robar sin recelo
el dinero público,
el dinero del estado?.
No sé cuántos serán necesarios,
ni se si serán pocos o muchos,
solamente sé,
que con el dinero robado,
se pagaba parte
de la deuda de la seguridad social,
las mejoras y arreglos de escuelas,
las medicinas y prestaciones
de la salud pública,
el arreglo de un camino vecinal,
el pozo de agua de una comunidad;
o quizá, préstamos asequibles,
para poder generar
trabajo y oportunidad
para los que menos tienen,
o para los que tienen ganas de trabajar,
de forma honrada y honesta.

Los políticos en las prisiones,
son solamente un reflejo
de la putrefacción del ejercicio de la política.
Las condenas,
no son sus años en prisión,
las condenas son para los que quedan afuera,
sin saber cuánto más robaron
y cuánto más robarán,
o, cuánto están robando.

La condena es para el enfermo,
que yace en una cama,
sin posibilidades de acceder
a una medicina adecuada.

La condena es para el ciudadano,
que siente la inseguridad en la calle,
en la ley y en el ejercicio público.

La condena es para todos,
cuando nos enfrentamos
y no paramos hasta sacarnos los ojos,
mientras los pillos sonríen,
porque roban, trafican y gobiernan,
en medio de la distracción,
de la confusión y la ignorancia,
de los que  seguimos el juego,
de la política barata.

De nada nos sirve,
un político condenado,
si todo el dinero que robó,
se queda ahí,
en sus cuentas y en sus bolsillos,
y lo que es peor,
que usa esa misma plata,
para pagar la difusión de noticias falsas,
que lo harán verse como inocente,
perseguido y acosado,
con la peligrosa posibilidad
de convertirse en candidato,
y acceder al poder,
para cumplir su agenda delictiva,
disfrazada de “ejercicio de la democracia”.

A veces me llego a preguntar,
si los verdaderos presos,
son en realidad,
aquellos ciudadanos,
que votan y defienden,
al poder en el poder,
y permiten con su voto
con su silencio e inacción,
que siga gobernando
el caos y el terror.
Es muy probable -quizá-,
que seamos nosotros los condenados,
y no los ladrones de cuello blanco,
que cumplirán su pena,
o seguirán en el autoexilio,
disfrutando de un dinero
público mal habido y robado.

Seguimos pensando,
en construir más prisiones,
más grandes y seguras,
en lugar de mejorar,
construir y ampliar
nuestras universidades,

colegios y escuelas.

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