jueves, 3 de enero de 2019

Tras un velo negro (en el día mundial del Braille)

“Había llegado incluso a pensar que la obscuridad en que los ciegos vivían no era, en definitiva, más que la simple ausencia de luz, que lo que llamamos ceguera es algo que se limita a cubrir la apariencia de los seres y de las cosas, dejándolos intactos tras un velo negro.”
José Saramago (Ensayo sobre la ceguera)

Hoy, es la primera vez,
que las Naciones Unidas,
celebrará oficialmente
el día mundial del Braille,
a fin de crear mayor conciencia
sobre la importancia
de un medio de comunicación
para la plena realización
de los derechos humanos
para las personas ciegas
y con deficiencia visual.

Cuando el lenguaje Braille llegó,
las personas ciegas,
pudieron ver
a través del mundo de unas letras,
de unos signos
y unos números diferentes,
y sobre todo incluyentes.
Cuando ese lenguaje llegó,
trajo consigo luz.
Aquel impedimento
para aprender, para leer,
para comunicarse,
ya no era tal,
y un manto de igualdad,
se posaba sobre la humanidad.

Por ello es importante,
que la política pública
y la acción del Estado,
impulsen acciones que permitan
promover las igualdades,
dentro de las diversidades,
facilitar los canales adecuados,
para que los ciudadanos
sientan que cuentan
con las mismas oportunidades,
con los mismos derechos
y las mismas obligaciones.

Un lenguaje universal,
como el Braille, quizá,
sea el que necesitemos
para que caiga el velo negro,
que cubre los ojos
de muchos que parecen ciegos,
porque no pueden ver
lo que pasa a su lado,
a su alrededor,
porque ven
lo que otros les dicen que vean.

Esa es la peor ceguera,
la que está
tras el velo negro,
de una macabra realidad.
Un velo construido con odio,
con mala fe,
con la peor intensión:
la de engañar y beneficiarse del engaño,
la de sembrar el miedo, la zozobra
y la desesperanza.
Una ceguera que camina desbocada,
por todas las vías posibles,
por todas las redes sociales.
Una ceguera que se alimenta,
de la ignorancia y la mediocridad.

Una ceguera de corazón,
de espíritu y de razón,
que torna al todo confuso,
que somete y adormece
cualquier fuerza que pretenda
alzar la voz,
contra el poder que sostiene
el velo negro
de la ceguera de una humanidad,
que camina a la deriva,
sin encontrar un leguaje,
que le permita comunicarse,
entender, comprender,
aprender y descifrar,
los diversos mensajes de la sociedad,
y así desnudar
a la mentira desgraciada,
que la mantiene atrapada.

Ya quisiéramos tener,
un lenguaje como el Braille,
que nos permita ver,
tras el velo negro y cruel,
de un poder infernal,
que jamás dejará de gobernar,
mientras la ceguera humana,
no sea la de los ojos,
sino la del corazón y la razón.

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