jueves, 24 de enero de 2019

Todos somos...


La violencia no es solo matar a otro.
Hay violencia cuando usamos una palabra denigrante,
cuando hacemos gestos para despreciar a otra persona,
cuando obedecemos porque hay miedo.
La violencia es mucho más sutil, mucho más profunda.
Jiddu Krishnamurti

Días negros en la historia,
de esta patria querida.
Días llenos de dolor y zozobra,
de violencia incontenible,
de hechos lamentables
de actuaciones policiales
y decisiones de autoridades nacionales,
lejanas, ajenas y contrapuestas
al sentido común y a la razón.

Días tristes
que ponen nuevamente
sobre la mesa del debate nacional,
la realidad de la violencia cultural,
y de las violencias en general:
violencia contra la mujer,
contra niños y niñas.
Días de violencia estructural,
reflejada en la poca calidad
de la formación policial,
de la poca o ninguna
capacidad de respuesta
de la autoridad pública
frente al embate de la delincuencia
y su estrategia ganadora:
la violencia arrolladora.

Días tristes,
al ver la triste  realidad
de la institución que debería brindar
seguridad a todos los ciudadanos,
y que no lo puede hacer,
porque sufre el mal
de haber sido manoseada
y manipulada
por la politiquería barata,
que en lugar de fortalecerla,
la convirtió durante años
en instrumento servil,
de un poder corrupto,
que la neutralizó para que sea todo,
menos protección y honor.

Días tristes,
al ver a los representantes
de los poderes públicos,
disputar una batalla de insultos,
mientras pisotean la memoria y dolor
de las víctimas de la violencia,
desacreditándose cada cual,
hablando, mintiendo,
amenazando y ofreciendo palabras al viento,
pero jamás haciendo algo,
por lo que valga la pena reconocerles
su condición de autoridad
y representantes del “poder popular”.

Días tristes,
al escuchar a un mandatario,
invitando a responder con violencia a la violencia,
dando forma a estructuras sociales
que validan la xenofobia.

Aunque más triste es el día,
en el que los ciudadanos
hicieron caso a sus mandatarios,
cuando éstos, sobre la base de mentiras,
de engaños y de fundamentos sin sentido,
nos dividieron en buenos y malos,
nos dividieron por colores,
por tendencias, por gustos,
por la forma en que vestimos
o por el, lugar donde vivimos.

Ellos,
esos mandatarios,
esos políticos corruptos en el poder,
entendieron que divididos,
somos presas fáciles del miedo,
de la dominación,
de la manipulación,
del terror y de la violencia.

Todos somos Martha,
Diana y todos los nombres de las víctimas
de las diversas formas de violencia.
Pero “todos somos”
solamente si pasamos
de la palabra a la acción,
que no es escribir una frase bonita,
o sumarnos a través de una red social,
a la lucha contra la violencia en general.

Todos somos,
si en nuestro corazón de verdad,
reflexionamos cuánto hacemos
o dejamos de hacer,
para combatir, detener y terminar
con las diversas formas de violencia
que afectan a nuestra sociedad.
Todos somos,
si en nuestro espacio familiar,
contribuimos a la paz del hogar
y no reproducimos o validamos
comportamientos y acciones
que fomentan la violencia
en la mente y corazones de nuestros niños,
y de nuestros seres cercanos.

Todos somos,
si tomamos y asumimos el reto,
de ser vecinos responsables
respetando el espacio y vida
de nuestros colindantes.
Si botamos a basura en su lugar,
si nos preocupamos por los demás,
por aquellos que viven cerca,
por aquellos que pisan nuestra acera.
Si respetamos las calles,
las veredas, los espacios públicos,
los lugares de todos,
y no los confundimos con urinarios,
letrinas, mercadillos, cantinas,
o mercados de venta y consumo de drogas
o prostitución en todas sus formas.

Todos somos Martha,
Diana y todos los nombres de las víctimas
de las diversas formas de violencia,
si llegamos a entender
que la paz es un estado
de construcción colectiva y ciudadana.
Que las cosas no cambiarán,
en relación a la violencia y a otros males más,
si el cambio no opera en nosotros,
en nuestro corazón,
en nuestras acciones,
en nuestros dogmas,
en nuestras verdades absolutas,
en nuestros día a día,
en la forma en la que debemos ser
frente a la corrupción, la mentira
y las malas costumbres en general.

Todos somos,
cuando en verdad,
seamos lo mejor que la vida nos permite,
cuando demos todo,
sin esperar nada a cambio,
cuando en lugar de buscar dinero,
busquemos alimento para el alma,
busquemos disfrutar,
de las cosas sencillas y hermosas de la vida,
como un abrazo, un “te quiero”,
un “no te preocupes, estamos contigo”,
una acción y una palabra sincera,
un trabajo bien hecho,
o una tarea cumplida.

Porque la paz es la suma,
de la acción y la actitud de todos:
autoridades, cuerpos de seguridad,
organizaciones públicas y privadas,
educadores y ciudadanos en general,
esa si es la verdadera forma
de solidarizarnos y actuar
en memoria y razón
de las víctimas  de la violencia
en nuestra sociedad.

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