jueves, 22 de febrero de 2018

Sobre la mediocridad

Sólo conviene la mediocridad. Esto lo ha establecido la pluralidad, y muerde a cualquiera que se escapa de ella por alguna parte
Blaise  Pascal
     
La mediocridad se convierte de a poco,
en la forma de ser,
del político en el poder.

Mediocres son sus méritos,
mediocres sus criterios,
mediocre su forma de ser,
y mediocre su pensamiento.
Mediocre lo que ofrece,
que es a la vez una mentira.

Asaltados los poderes del estado,
la mediocridad se sienta a la mesa,
y dispone un festín 
con los bienes y el dinero ciudadano.

Sentada en el poder,
la mediocridad política,
nos hace creer que nos representa,
nombrando a marionetas 
y poniéndoles la etiqueta de jefes,
aunque en realidad son testaferros,
favorecidos del poder mediocre,
que pagan con favores,
el sabor del poder corrupto.

Y la mediocridad,
logra nombrar a una persona,
que debería defender el interés ciudadano,
los fondos del estado,
y la dignidad del electorado,
pero como resulta ser un servil,
el resultado es el caos:
los corruptos liberados,
y los inconformes e insurrectos,
-la mayoría de ellos-
enjuiciados y amenazados.
Esa autoridad,
se había entregado,
antes de ser nombrada,
a la mediocridad de un poder,
que corrompió,
todas las almas que encontró,
y todas las ilusiones que sembró.

La mediocridad,
resulta ser la única cualidad
de políticos en el poder,
que defienden lo indefendible,
que apoyan y ensalzan
a genocidas y desgraciados,
que siembran terror y muerte,
bajo el membrete de mandatarios.

La mediocridad acompaña,
a legislaturas sumisas,
que beben de las arcas públicas,
mientras adormitan el ejercicio de fiscalizar,
de buscar y señalar,
a los que roban el tiempo de la gente,
a los que no trabajan,
mientras ganan un sueldo público,
a los que engañan y dicen defender,
una supuesta revolución,
que lo único que ha hecho
es trabajar por su beneficio interior.

La mediocridad es el manto,
con el que se cubren los corruptos,
que repiten a cada hora,
a cada segundo,
que ellos son inocentes,
que nunca han robado,
que jamás han mentido,
que jamás se han beneficiado,
de dinero o contratos,
porque se saben cobijados,
por la mediocridad de un estado,
que no tiene capacidad,
de investigar, procesar y sentenciar,
a los ladrones y corruptos,
que han vivido décadas de impunidad,
y años de mediocridad.

Políticos mediocres,
que están en el poder,
con el voto de los ciudadanos,
que creen en las mentiras mediocres,
en los mediocres informes,
en las obras mediocres,
en las mediocres promesas,
o en la mediocridad de la vida.

Lo peor es saber,
que la mediocridad no dejará de ser,
mientras mediocres sean, o seamos,

los llamados ciudadanos. 

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