jueves, 8 de febrero de 2018

Sobre el verdadero cambio

Dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás;
es la única manera.
Albert Einstein

Estos últimos días,
se habla mucho
sobre la soberanía,
y la decisión popular,
sobre la consulta al electorado,
sobre las estadísticas,
sobre los resultados.
Todos,
de cada lado,
-a los políticos me refiero-
reclaman para sí
el haber ganado,
así hayan perdido…
o será que siempre ganan,
al hacernos creer
que todo cambia,
solamente con un voto,
solamente con el votar,
solamente con el opinar,
cuando los políticos quieren
que opinemos (si a eso se le llama opinión).

Escuchaba al representante
del parlamento decir,
que la institución que representa
era la “casa del pueblo”,
y me parecía que cuando lo decía,
se reía por dentro,
porque esa casa es de todos,
menos del pueblo.

A lo que quiero ir,
y sobre lo que quiero reflexionar,
es que nada cambia,
con una elección,
con un sí o con un no.
Para que las cosas cambien,
es necesario primero
un cambio interior,
es necesario reflexionar
cuál es nuestro compromiso
con el resto de la comunidad.

¿Quiénes somos,
de dónde venimos,
a dónde vamos?.
¿En qué creemos,
a quién creemos?,
¿Por qué creemos lo que creemos?,
¿Cuán dispuestos estamos,
a dudar, investigar y aprender?.

El ejercicio de la mala política,
de la política del mal ejemplo,
nos hace caer en juego de creer,
que el comportamiento violento,
que el vivir en ignorancia,
que el creernos cualquier cuento,
que el dejar hacer lo que les da la gana,
que el preferir que roben, porque al menos hacen obra,
y tantas cosas más,
que forman parte,
de la mal llamada “cultura popular”,
nos hace creer –decía-,
que esa es la forma de actuar,
una forma criminal del actuar,
cuando el poder diseña modelos de ejemplo,
que cambian a la sociedad,
que la convierten en sumisa,
en permisiva, en sometida,
en silenciosa, en temerosa,
en una sociedad,
a la cual se le puede robar,
no solamente el dinero,
sino el futuro y al ilusión.

Nada cambiará decía,
si el cambio no opera en nosotros,
si el velo no cae de los ojos,
y a fuerza de reflexión,
de estudio y uso de la razón,
empezamos a leer
lo que busca el poder,
lo que pasa en la realidad,
lo que podemos hacer,
si queremos cambiar
y si queremos cambiar a la sociedad.

Un cambio difícil,
que quizá no lleguemos a disfrutar,
pero por algo hay que empezar,
y si empezamos nosotros,
honramos al prójimo,
a nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos,
y a la gente que conocemos
y también a los desconocidos.

Seamos no solo palabra de cambio,
seamos ejemplo para el cambio,
no esperemos en promesas de falsos profetas,
de dioses de barro,
ellos son parte de una realidad,
que no cambia con un voto,

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sino con una forma de actuar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tienes mucha razón Roberto. Muy profundo. Un abrazo desde Alemania.
Ana C.