jueves, 1 de junio de 2017

Un cadáver exquisito o un poema colectivo

Cada poema es único. En cada obra late, con mayor o menor grado, toda la poesía. Cada lector busca algo en el poema. Y no es insólito que lo encuentre:
 Ya lo llevaba dentro.
Octavio Paz

Un reto,
sin duda intenso,
es compartir
la escritura de un poema,
y de unos versos,
que no son de uno,
y que si son de todos.

A este ejercicio social
los surrealistas  lo supieron llamar:
cadáver exquisito,
a este reto colectivo
de hacer arte
con las manos de muchos.

Surge entonces
un cadáver exquisito
o un poema colectivo,
que no es otra cosa
que un grito de muchas bocas,
un latir de muchos corazones,
una pluma tomada por muchas manos,
un papel que recibe todos los pensamientos,
una obra colectiva,
que deja por escrito
que es posible sumar,
a pesar de las diferencias,
que si hay algo que inspira,
ese algo tiene magia,
porque prima
sobre el interés de todos
y no la gloria de uno solo.

Un poema colectivo,
así debería ser
la vida misma,
las cosas que hacemos
en el día a día.

Un poema colectivo,
así debería ser
el ejercicio de la política,
y no el culto a un dios de barro
que decora su supuesta gloria
con la ignorancia de quienes lo adoran.

Un poema colectivo,
debería ser el ejercicio de educar
de poder liberar
la mente para pensar,
el corazón para sentir,
la boca para opinar,
la buena fe para actuar.

Un poema colectivo,
así debería ser,
el trabajo en equipo,
que en muchos casos
resulta ser
un equipo sin ánimo,
sin motivo y sin futuro.

Un poema colectivo,
debería ser el servicio público,
donde quien lo demanda
es consciente de su complejidad,
y quien lo ejerce
es consciente de su responsabilidad

Un poema colectivo,
un cadáver exquisito,
es tan surrealista
no por su propuesta,
sino que por el contrario
es tan complejo de hacer -hoy en día-,
por el individualismo,
por el quemeimportismo,
por la ausencia del sentido común,
y donde poco importa
el bienestar de todos,
pero prima el bienestar personal.

Un poema colectivo,
¡eso¡ necesitamos de urgencia,
y entender de una buena vez,
que no hay tiempo que perder,
que  nuestras manos
que nuestros corazones
y que nuestros esfuerzos
se deben unir
para intentar equilibrar
el ejercicio del poder,
para trabajar por el bien común,
para ser felices con lo que realmente
nos hace feliz,
y no lo que nos vende una propaganda,
un gobierno,
un dios de barro,

o un político barato.

No hay comentarios: