jueves, 14 de enero de 2016

Sobre la (in) seguridad social

La verdadera solidaridad solo es posible entre los solidarios
José Bergamin

Recibo una llamada inesperada,
un querido amigo me cuenta
lo que le ha pasado a su hermana:
un problema de salud grave,
su cerebro está en peligro
y con ello el equilibrio de la vida,
la paz y la tranquilidad familiar.
Me pregunta por médicos que pueden ayudar.
En toda esa locura,
llevan a su hermana
a los servicios de la seguridad social,
los reciben con la noticia
de que en ese hospital
esos casos “no se tratan”,
que deben ir a otra ciudad
donde es posible que reciban ayuda
de la seguridad social.

Se organizan y trasladan a la enferma,
a otra ciudad, a otro hospital de la seguridad social
con la esperanza de recibir atención,
con la esperanza de que todo vuelva a la normalidad,
con la confianza de que si cotizamos a la seguridad social,
recibiremos de ella y de sus empleados
el trato que se debe a todo ser humano.

En este segundo hospital les dicen
que no entienden el por qué la llevan allí
si bien se sabe que tampoco pueden brindar
el tipo de atención que la enferma requiere,
que no pueden hacer nada,
que solamente en la capital
y a través de servicios privados de salud
se pueden tratar esos casos,
que la deben trasladar
pero que por el momento el traslado
tarda aproximadamente una semana.

¡Una semana!,
tiempo valioso que podría perderse,
en un momento tan delicado de la vida.
¿Cómo es posible tanta indolencia?
¿cómo se llama a este trato: seguridad social?.

Desesperados sus familiares,
deciden retirar a su hermana de aquel hospital
y asumir el riesgo y el costo de llevarla
a que sea atendida por una clínica privada
que cobra por sus servicios mucho dinero,
que deberá cubrirse con deudas,
con la venta de algún bien,
que por suerte se tenía.
¿Y los que no pueden hacer eso,
y pagan regularmente sus aportes al Seguro Social?
¿Y los que esperan meses y años
para recibir una atención médica,
no digna, ni humana, sino médica?
Seguramente no es culpa de los médicos
ni del personal de atención de la seguridad social,
porque cumplen órdenes,
y dan lo que pueden dar,
con los medios y limitaciones que tienen.

Entonces me pregunto dónde están
aquellos principios básicos de la seguridad social:
universalidad, solidaridad,
unidad, integridad de beneficios,
mejoras en los beneficios,
eficacia de los servicios,
participación social,
preferencia de recursos,
y autogestión y autofinanciamiento.

La seguridad social
no tiene un patrón,
es un modelo solidario y humano
de apoyo y asistencia a sus asociados.

La seguridad social
no le pertenece
ni al mandatario de turno,
ni a sus subalternos,
no puede ser caja chica del gasto público,
botín político
o plataforma para financiar
aventuras de supuestos líderes sociales o politiqueros.

Duele el corazón,
y duele el alma,
cuando conocemos esto que pasa,
pero más duele
el sabernos apáticos y callados
antes estas injusticias y situaciones inhumanas.
Que no actuemos solamente
cuando el dolor nos afecte directamente,
que la solidaridad sea un valor de los afiliados
y que quienes administran, temporalmente,
la seguridad social que nos pertenece,
lo hagan desde la práctica y la vivencia de los derechos humanos,
cualquier otra cosa,
es solamente un sainete del poder en el poder,
de la política de turno,
de los discursos pomposos y vacíos,
de las promesas lanzadas al viento,

de esa política rancia que apesta.

1 comentario:

capuli dijo...

El sistema médico solo es una oficina para pagar favores políticos. Da vergüenza ajena y coraje escuchar de casos como este.