Para una persona no
violenta, todo el mundo es su familia.
Gandhi
Publicados
los índices de
violencia intrafamiliar,
descubrimos con dolor,
que la mujer sigue
siendo violentada,
que las familias viven
en un gran porcentaje,
situaciones de
violencia,
maltratos, golpes,
agresiones, vejaciones,
burlas y agravios.
La violencia contra la
mujer,
la violencia
intrafamiliar,
cobra víctimas día a
día.
Es un tipo de violencia
que se alimenta de la
impunidad
del silencio y la
complicidad.
Una violencia,
que se fortalece
de la ausencia de
autoestima,
del silencio de la
víctima
que prefiere callar,
antes que hablar,
que prefiere asumir
que no hay futuro ni
porvenir,
y allanar el camino al
violento.
Aquella violencia en el
hogar,
aquella violencia
intrafamiliar,
no es un asunto
pasajero,
es algo que se queda en
el tiempo,
un algo que sucedió
y esperamos no suceda
más.
Los que sufren de
violencia en el hogar,
por lo general
reproducen los mismos
estados
cuando tienen su
proyecto familiar.
Aquel niño o niña
que sufrieron
violencia,
tienen muchas
posibilidades
de ser agentes de ella,
ya sea asumiendo un
papel pasivo
de víctimas de ella,
de creer que nada
puedes hacer
que estás condenado a
ella,
que eres una víctima
y solamente eso podrás
ser.
O,
asumiendo el rol de
victimario,
de violento,
de acosador.
Que desarrolla su
estrategia en impunidad,
de la amenaza,
para que la víctima
viva en silencio,
para que la víctima sea
cómplice,
para que la víctima se
allane y se calle,
y soporte en silencio,
quizá por el resto de
sus días
toda una serie de
vejaciones,
toda una serie de
maltratos
y agresiones,
que se convertirán en
el día a día,
en una forma de vida,
en un presente y en un
futuro
que no se puede cambiar
y que se debe aceptar
quizá por mandato divino.
Por todo esto,
debemos trabajar
para despertar a la
realidad,
y trabajar por la
noviolencia,
porque los niños y
niñas,
jóvenes y adultos,
reaccionemos y
rompamos,
el círculo vicioso
de una violencia que
nos atrapa,
y que nos tapa los
ojos.
Debemos educar,
debemos formar en
cultura de paz,
en formas y actitudes
contra la violencia,
que son reales y
prácticas,
que necesitan de todos,
de nuestras manos y
corazones,
de nuestros esfuerzos y
aspiraciones,
de nuestra buena fe,
de nuestro buen corazón,
de todo lo mejor que
tenemos.
Solamente así,
esa violencia que ha
llegado a vivir,
se irá de a poco,
se irá con el tiempo,
se irá… ojalá para nuca
más volver.
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