jueves, 12 de febrero de 2015

Noviolencia, a favor de la familia

Para una persona no violenta, todo el mundo es su familia.
Gandhi

Publicados
los índices de violencia intrafamiliar,
descubrimos con dolor,
que la mujer sigue siendo violentada,
que las familias viven
en un gran porcentaje,
situaciones de violencia,
maltratos, golpes,
agresiones, vejaciones,
burlas y agravios.

La violencia contra la mujer,
la violencia intrafamiliar,
cobra víctimas día a día.
Es un tipo de violencia
que se alimenta de la impunidad
del silencio y la complicidad.

Una violencia,
que se fortalece
de la ausencia de autoestima,
del silencio de la víctima
que prefiere callar,
antes que hablar,
que prefiere asumir
que no hay futuro ni porvenir,
y allanar el camino al violento.

Aquella violencia en el hogar,
aquella violencia intrafamiliar,
no es un asunto pasajero,
es algo que se queda en el tiempo,
un algo que sucedió
y esperamos no suceda más.
Los que sufren de violencia en el hogar,
por lo general
reproducen los mismos estados
cuando tienen su proyecto familiar.

Aquel niño o niña
que sufrieron violencia,
tienen muchas posibilidades
de ser agentes de ella,
ya sea asumiendo un papel pasivo
de víctimas de ella,
de creer que nada puedes hacer
que estás condenado a ella,
que eres una víctima
y solamente eso podrás ser.
O,
asumiendo el rol de victimario,
de violento,
de acosador.
Que desarrolla su estrategia en impunidad,
de la amenaza,
para que la víctima viva en silencio,
para que la víctima sea cómplice,
para que la víctima se allane y se calle,
y soporte en silencio,
quizá por el resto de sus días
toda una serie de vejaciones,
toda una serie de maltratos
y agresiones,
que se convertirán en el día a día,
en una forma de vida,
en un presente y en un futuro
que no se puede cambiar
y que se debe aceptar
quizá por mandato divino.

Por todo esto,
debemos trabajar
para despertar a la realidad,
y trabajar por la noviolencia,
porque los niños y niñas,
jóvenes y adultos,
reaccionemos y rompamos,
el círculo vicioso
de una violencia que nos atrapa,
y que nos tapa los ojos.

Debemos educar,
debemos formar en cultura de paz,
en formas y actitudes contra la violencia,
que son reales y prácticas,
que necesitan de todos,
de nuestras manos y corazones,
de nuestros esfuerzos y aspiraciones,
de nuestra buena fe,
de nuestro buen corazón,
de todo lo mejor que tenemos.
Solamente así,
esa violencia que ha llegado a vivir,
se irá de a poco,
se irá con el tiempo,

se irá… ojalá para nuca más volver.

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