jueves, 12 de febrero de 2015

Lágrimas

Debe haber algo extrañamente sagrado en la sal: 
está en nuestras lágrimas y en el mar.
Khalil Gibran 


Sentí tus lágrimas,
cuando terminaba el día,
cuando tomaba el tranvía,
que me llevaba lejos,
a un mundo loco,
a un mundo ajeno.

Sentí las lágrimas en tus mejilas,
sentí el suspirar de tu aliento,
sentí el palpitar en tu pecho,
sentí morir.
Porque nada sería igual,
nada podría cambiar,
esta realidad de andar,
sin descanso por la vida,
sin horas de entrada,
sin horas de salida,
sin tiempo para el respiro,
sin rutas de olvido.

Sentí tus lágrimas,
que golpearon la puerta,
de este corazón roto,
de esta alma en pena,
de este tren que espera,
el silvato de partida,
a la estación del perdido,
sin boleto de regreso,
sin besos ni abrazos de despido,
seguro, con destino al olvido.

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