Pero existe algo que el tiempo no puede, a pesar de su innegable capacidad destructora, anular: y son los buenos recuerdos, los rostros del pasado, las horas en que uno ha sido feliz
Julio Cortázar
Muchos debates y criterios,
en torno a la felicidad y sus matices.
¿Lo somos en realidad?
¿Llegamos a ser felices en algún momento?
¿Quizá la felicidad sea esquiva,
por el peso que le damos,
a los momentos y a las cosas negativas?
¿Quizá la felicidad es esquiva,
porque creemos poco en nosotros
y nos queremos menos aún?
Personas, momentos, acciones,
rostros, tiempos, hechos,
marcan segundos, minutos y espacios
de eso que llamamos felicidad.
Aquello que nos alegra el alma,
que nos llena.
Aquello que hacernos
sin otro interés
de hacerlo bien.
Aquello que construimos,
aquel encargo que asumimos
con el único deseo
de lograr el objetivo.
Aquello que nace,
en o de nuestras manos,
sin forma definida,
y que luego se transforma
en beneficio de pocos o muchos.
En fin,
la felicidad debe estar allí.
en eso que hacemos con y por amor.
A pesar,
de que en ese caminar,
en ese saborear brevemente la felicidad,
nos encontremos con
personas y actitudes
que desdigan lo que hacemos.
Que la felicidad también sea,
hacer las cosas,
a pesar de aquellos
que buscarán la forma
de hacernos daño
y dañar aquello
que hicimos con amor
y nos permitió conocer
y saborear la felicidad.
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