jueves, 21 de diciembre de 2023

Cuando huele a podrido…

Nadie piensa, donde todos lucran; nadie sueña, donde todos tragan

José Ingenieros (El hombre mediocre)

La reacción de alguien,

que se encuentra con algo podrido,

es de inmediato asco,

repugnancia y decepción,

incluso molestia.


Esperabas que algo esté bien,

y cuando lo abres,

cuando lo descubres,

era algo dañado, algo podrido.


Esa es, por desgracia,

algo que pasa en nuestros días.

En todo momento, a toda hora,

llegan reportes noticias

e investigaciones

que nos cuentan y nos dicen

lo podrido que está nuestro entorno:

malandros, narcotraficantes, terroristas,

delincuentes de todo tipo,

policías, militares, jueces, políticos,

ministros, ministerios y gobiernos,

envueltos, salpicados y parte de mafias

que en medio de crisis humanas,

aprovecharon el momento

y los momentos

para hacerse con el poder

y con los poderes

que les permiten hacer y deshacer

en un país que pende de un hilo.


Eso no era posible

sin unos cómplices,

sin aquellos que servirían de testaferros.

No era y no es posible,

sin autoridades sobornables,

sin jueces corruptos,

sin ciudadanos malvados

que pusieron a su familia por delante

para ganar dinero mal habido,

a pesar del dolor de los ciudadanos.


La mafia y el delito,

lucra, porque encuentra en nosotros

el caldo de cultivo

para su fórmula perfecta:

corruptores y corruptos,

delincuentes y colaboradores con la delincuencia.


No solamente es una cuestión de cárceles,

penas, sanciones, armas y municiones,

sin educación y valores

la población abandonada

será el socio ideal de una delincuencia

que, al contrario del estado y la sociedad,

sí, se encuentra organizada.


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