Si no sabes adónde vas ningún camino es bueno
Rafael Chirbes ,"En la orilla"
Que la vida no pase,
como un contar los días,
sin necesidad de saber un por qué.
Que los días tengan,
un por qué vivirlos,
a pesar de las circunstancias.
Que los días signifiquen,
un tiempo que se vive
por un por qué y un para qué.
Que en la peor oscuridad,
el camino tenga destellos,
de ese por qué.
Que el detenernos sirva para algo,
que el caminar, también.
Que no seamos una especie
de máquina que repite movimientos,
que cumple una función
sin sentimiento y vocación.
Pensar en el propósito,
resulta ser clave a la hora de caminar,
a la hora de vivir.
El propósito, no es solamente el camino,
es nuestro camino, y eso lo hace sublime.
El propósito, aquello que nos inspira,
aquello que nos motiva,
aquello que enciende y mantiene
una llama en el corazón,
a pesar de los ventarrones,
de las oscuridades, de las invasiones,
de las bajezas y las maldades.
Pensar en el propósito,
en nuestro propósito,
es pensar en nosotros,
en lo que fuimos, en lo que somos,
en lo que seremos… en lo que dejaremos.
El propósito no evitará
que desviemos el camino,
pero nos recordará
hacia dónde debemos caminar.
El propósito es nuestra impronta
burilada de tal forma,
que nos refleja, nos describe,
nos define.
Visto así,
ningún tiempo será
mucho o poco,
al momento de pensar,
repensar, diseñar, definir
y caminar sobre el propósito,
sobre nuestro propósito,
el cual tendrá necesariamente
ingredientes de humanidad,
solidaridad, tolerancia, buena fe,
sentido común, constancia y perdón.
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