Más vale un “toma”, que dos “te daré”
Anónimo
El deseo es como un río, conserva el mismo nombre,
pero sus aguas están en constante cambio
Eduard Douwes Dekker
El curioso tiempo
de las promesas y deseos,
toma fuerza
en ciertos momentos del año.
Parecería,
que sí o sí,
hay que prometerse
o prometer algo,
lo que sea,
mucho o poco,
posible o imposible,
real o imaginario.
Con el deseo pasa igual,
nos sirve para soñar
el escenario más lúgubre,
o una realidad deseable,
que nos muestre y nos diga
que somos ese algo que deseamos,
que saldremos del capullo
moviendo nuestras alas.
Son buenas o malas,
las promesas y los deseos,
si no tiene en cuenta
tiempos, limitaciones, condiciones
y momentos.
Buenos o malos,
si son motor de cambio,
o un pretexto para hacer daño.
Promesas y deseos,
tan presentes y ausentes a la vez,
tan esperados y tan criticados,
y por ello,
ocupan un especial lugar
dentro de nuestra vida,
dentro de nuestro corazón
y en el convivir de la humanidad.
Prometí callar
y aquí me encuentro
deseando que mi palabra
me lleve siempre
por el camino de lo que deba decirse,
como suma y no como división o resta.
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