jueves, 4 de mayo de 2023

Un eterno viaje

Ni siquiera el mejor explorador del mundo hace viajes tan largos como aquella persona que desciende a las profundidades de su corazón

Julien Green

Cuesta mucho,

en algunos casos: toda una vida,

entender que no se puede vivir

como otros quieren que vivas.


Emprendemos muchos viajes,

planificamos muchos cambios,

intentamos una y otra vez,

ser como nos dicen que deberíamos ser.


Y no se trata de frases o dichos,

-solamente-

también son modelos, criterios,

pensamientos y creencias

de un entorno social que te dice

desde diversos lugares y lenguajes

cómo y de qué forma ser.


No hay un viaje como tal,

se trata de vivir por vivir,

de hacer las cosas porque deben ser así,

y de esa manera obtener

el reconocimiento social

y la valoración como “ser normal”.

Cuesta mucho,

decía hace un momento,

entender que podemos vivir

de una forma más consciente,

y más compleja a la vez.


Compleja porque implica

un eterno viaje.

Un viaje eterno al propio corazón,

a la vida misma del ser,

a sus ilusiones, miedos,

vivencias, ansiedades,

recuerdos, anhelos,

temores, amores,

deseos y resentimientos.


Un eterno viaje,

a conocernos y reconocernos.

Un eterno viaje,

para entender

que lo externo es como es.

Un eterno viaje,

no a buscar lo que falta

si no a cómo llenar el vacío.

Un eterno viaje,

dentro del camino,

aprendiendo a enmendar

cuando la ruta ya no es destino.

Un eterno viaje,

para entender

que lo primero que debe mejorar

es tu propio ser,

tu propio interior.


Un eterno viaje,

para comprender

que a más de ser gotas,

somos parte del mar.


Las condiciones, los hechos,

las personas, las percepciones,

las creencias, los dogmas,

los complejos, las imposiciones,

las intolerancias y las murmuraciones

están allí, a la orden del día.

En medio de esas contradicciones

un eterno viaje interior,

nos podrá brindar la visión,

de aquello esencial,

de aquello que es invisible a los ojos.


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