Cada instante desaparece en un soplo y al punto se convierte en pasado,
la realidad es efímera y migratoria, pura añoranza
Isabel Allende, Retrato en sepia
En este curioso mundo
de diversos matices,
de diversas perspectivas,
de creencias, de historias,
de vivencias, de inseguridades,
de dogmas y negaciones…
en este mundo de colores,
algunos ven a la vida
como un interminable camino,
al que le sobran noches y días.
Otros, sienten que la vida,
se va tan rápido,
que no alcanzan a vivir,
lo que ellos quisieran.
Algunos,
provocan su propia partida
porque el mundo no fue
lo que ellos creían,
y ese mundo sigue ahí,
para ser amado y criticado.
Nosotros somos,
los instantes en ese mundo.
Hoy estamos,
y mañana no,
a pesar de haber creído y dicho
que nuestros pendientes
los abordaremos en ese mañana,
que probablemente no llegue.
Somos instantes,
largos o fugaces,
intensos o vacíos,
profundos o superficiales.
Y al ser instantes,
lo mejor sería
ser el mejor instante
para nuestro corazón que palpita
para nuestra alma que ama,
para nuestro corazón roto,
para nuestra alma destrozada.
Somos instantes,
y al serlo
qué bueno sería
que en el trajinar de la vida
abracemos, amemos, agradezcamos,
soñemos, curemos, construyamos,
apoyemos y seamos parte
de lo que alimenta
la dignidad humana.
Ganemos o perdamos,
avancemos o estemos estancados,
alegres o molestos,
seguros o con miedo,
amados o ignorados,
firmes o desconfiados,
fuertes o decepcionados,
solos o acompañados,
seamos instantes
que cuando dejen de serlo
nos hayan dejado por dentro
el sentimiento de lo bueno.
Instantes, que otros
recordarán por nosotros
y seremos nosotros
en los instantes que heredaron los otros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario