Lo que se les dé a los niños,
los niños darán a la sociedad
Karl A. Menninger
La noticia de un secuestro
conmociona a la sociedad.
Dos personas son reportadas
como desaparecidas.
Las redes sociales se inundan
de llamados y mensajes
que piden, reclaman y exigen
que los cuerpos de seguridad del Estado
actúen de forma inmediata,
antes de que sea tarde.
Transcurren las desesperantes horas,
y la noticia del hallazgo de los secuestrados
alegra a familiares, amigos y desconocidos.
Pero la noticia traía consigo,
un doloroso hecho:
parte del grupo de secuestradores
eran menores, y uno de ellos,
lo que la ley llama: reincidente,
pues había participado del asesinato
de una persona en otra ciudad, en otra localidad.
El sistema de justicia y seguridad,
que el Estado ha diseñado,
a través de sus legisladores y gobernantes,
solamente piensa en una justicia punitiva
y no restaurativa,
asumiendo que los niños y los menores,
cuando cometen delitos,
no pueden ser juzgados como los mayores,
no deben ser rehabilitados, peor aún
reinsertados a la sociedad.
Las mafias, en su inteligente malicia,
miran a los niños y a los jóvenes,
como los personajes ideales,
para iniciarlos en el crimen y el delito.
Los niños presencian en el día a día,
el relato de políticos corruptos
que roban a manos llenas,
la triste historia de legislaturas
que se preocupan de todo,
menos de trabajar, legislar, fiscalizar,
por un estado de bienestar.
Los niños miran como las fuerzas de seguridad,
de justicia e investigación,
se entregan en cuerpo y alma
a las jugosas propuestas de bandas
de criminales y traficantes.
Los niños miran y viven
la violencia en sus hogares.
Asisten a una escuela con deficiencias,
cuando la escuela existe.
Los niños se afectan de la invasión,
de una tecnología que desvirtúa
el sentido y el valor de la vida.
Los niños son obligados a memorizar
y no a investigar, aprender y comprender.
Los niños ven que botamos basura en las calles,
que nos pasamos el semáforo en rojo,
que maltratamos a nuestros padres,
que hablamos mal del prójimo,
que mentimos y engañamos.
¿Qué será de nuestros niños?,
si están rodeados de tantos males,
y seguimos esperando que sean
el futuro de la humanidad.
¿Qué ponemos y cultivamos
en el corazón de nuestra niñez?
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