Ser libre no es meramente soltarse las cadenas, sino vivir de una manera en la que se respete y se amplíe la libertad de los otros
Nelson Mandela
Parecería que asistimos,
a la agonía de la solidaridad,
cuando unos pocos,
se llenan los bolsillos
sin importar ni el hambre,
el sufrimiento y la agonía
que sufren muchos,
por todo lado,
en todo momento.
Carentes de conciencia,
de entrega, de estudio,
de desprendimiento, de humildad.
de crítica constructiva,
de esperanza
y de muchas cosas más,
asistimos -forzados-
a tomar posición antes unos desgraciados
que sentados en el sillón del poder
hacen y deshacen,
desde siempre…
desde el ayer.
No nos dejan pensar,
y nos distraen
con discusiones intrascendentes
cuando frente a nuestros ojos
las realidades no cambian,
en muchos casos empeoran
y no es posible desear
en que las cosas puedan mejorar,
en medio de un sistema
que parecería diseñado
para estrangular
sin llegar a matar.
En medio de tanto pesar,
y no quiero ser pesimista,
-no lo soy en realidad-
encuentro realidades
que han logrado cambiar,
aquello que parecería ser imposible.
Una ciudad, por ejemplo,
que llegó a ser la más peligrosa del mundo,
y que se convierte poco a poco
en una ciudad de la esperanza,
de las oportunidades,
una ciudad del futuro.
No es un tránsito fácil,
ni es la obra de un caudillo,
o de un partido político,
de la tendencia que sea.
No es un acto de magia,
no es algo que ocurre
de la noche a la mañana,
es un proceso,
una decisión acompañada
de la suma de liderazgos,
de ideas, de voluntades,
de acciones, de implicaciones,
de acuerdos y renunciamientos.
Transformar a las personas,
transformar a las sociedades,
transformas las realidades,
nos implica a todos,
nos compromete,
nos obliga a levantarnos del asiento
y actuar en beneficio de los demás.
Es preguntarnos, ¿qué podría pasar
si nos unimos, si colaboramos,
si nos implicamos y renunciamos
a los egos individuales y colectivos?
y de una buena vez construimos,
algo para todos,
algo digno para todos.
Aquella celebración
de una supuesta libertad,
será cierta si, y solamente si,
construyamos esa sociedad,
que respetando la diversidad
y las diversas realidades
se plantea metas colectivas
y aporta desde sus espacios
a construir una historia de verdad.
Si continuamos
jugando el perverso juego
al que nos llevan los fracasados liderazgos,
perderemos la oportunidad de ser
más dignos y más humanos,
más libres y más corresponsables.
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