Sólo se ve bien con el corazón; lo esencial es invisible para los ojos
Antoine de Saint-Exupéry
Había llegado a pensar
que el corazón era,
por decirlo sencillo,
“solamente”
aquel órgano que bombea la sangre
por todo el cuerpo
y que en ese ejercicio
nos mantiene vivos,
hasta que se detiene,
por razones que le conviene,
o, que no puede evitar.
Con el paso del tiempo,
descubres que el corazón
es más que eso,
que de por si
es un maravilloso motor de vida.
Con el paso del tiempo,
descubres que el corazón,
es tan fuerte
que puede llevarte
a lugares que creías
no poder llegar jamás.
Con el paso del tiempo,
descubres que el corazón
es tan sensible y delicado
que puede ser apagado
por un mal de amor.
Con el paso del tiempo
descubres que hay corazones
mágicos y humanos,
que tienen abrazos permanentes,
frases de amor y de ánimo,
y una llama encendida
para calentar el alma.
Con el paso del tiempo
descubres que hay corazones
que no creen en nada
y que decidieron optar
por la insensibilidad
como forma de vida.
Otros corazones,
no se atreven a hablar,
peor aún a reconocer lo que
sienten en cada palpitar.
Con el paso del tiempo,
los corazones mágicos,
permanecen allí
a tu lado,
en presencia o en espíritu
y sin que te des cuenta,
te van compartiendo su magia
hasta convertirte
en portador de una luz
y un mensaje de esperanza,
que transmitirás (seguramente)
a otros corazones que lo necesitan.
En fin,
que el corazón nos permita ver
aquello que a los ojos es invisible,
como un lente mágico
que descubre aquel mundo de sensibilidades,
tan necesario y tan solitario a la vez.
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