Pequeña virtud es guardar silencio sobre algunas cosas;
mas hablar de lo que debiera callarse es culpa muy grave
Ovidio
Es verdad que el silencio,
en algunos casos
es cómplice de varios
o muchos males.
Que el silencio
en esos casos
es aliado de la violencia,
de la traición y la corrupción.
Es verdad,
el silencio tiene su lado oscuro,
su lado dañino,
su lado perverso.
De esos silencios,
no quiero hablar hoy.
Me quisiera quedar por ahora
con el silencio como virtud.
Callar,
para no hablar de más.
Callar,
para no hacer daño.
Callar,
como un ejercicio de pensar.
Cultivar el silencio,
para oxigenar el pensamiento.
Cultivar el silencio,
como habito previo
a poder hablar
y hacer uso de una palabra
que anime, que inspire,
que guíe, que cure,
que eduque, que oriente,
que motive.
Cultivar el arte del silencio,
porque si no se habitúa uno a ello,
corre el riesgo
de que de su boca salgan
palabras que hieren,
que hacen daño,
que lastiman.
Y que una vez dichas,
dejan huellas imborrables
en el corazón y en el alma.
Cultivar aquel silencio
que permite al amor
hablar en otros lenguajes,
en otras formas.
Usando otros sentidos
y llevando a la pasión
a nuevos mundos.
Silencio que llegas,
para permitirme dialogar
conmigo mismo.
Para reflexionar
con mi propio interior.
Silencio que llegas,
para poder pensar,
qué decir y cómo decirlo.
Silencio que estás atento,
para evitar aquel momento
que llevado por la imprudencia
pretendan de mi boca
salir palabras que serán luego
cadenas que me atan
a un momento,
a un tiempo,
y a unos interminables
¿por qué dije eso?
Silencio consejero,
silencio pacificador,
silencio reflexivo,
silencio necesario,
silencio interior.
Silencio,
silencio compañero de vida,
¡qué difícil es mantenerte cerca!,
cuando más te necesito.
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