Porque ninguno de los que han conseguido criminalmente el poder,
lo han usado con rectitud
Tácito
No termino de sorprenderme,
de molestarme
y de sentir dolor,
por el hecho de leer (y saber)
de la existencia de dictadores,
que siguen en el poder,
a pesar de sus acciones.
Disfrazados de estadistas,
de ciudadanos del pueblo,
de políticos humanistas,
llegaron al poder
defendiendo la libertad de la palabra
y lo primero que hicieron,
cuando les entregaron el poder,
fue silenciar todas las voces
que llamaban a revelarse
contra el populismo absolutista,
contra el dictador corrupto
asesino, mafioso y traidor,
que engañó a millones de ignorantes,
y se sentó en la silla del poder
donde toma,
a manos llenas,
todo el dinero que le pertenece
a la educación, a la salud pública,
al progreso de una sociedad
y que ahora va a parar
en la cuenta de unos sicarios
que se autodefinen mandatarios.
Es curiosa,
por decirlo menos,
esa forma grotesca
de llegar al poder con engaño.
Pero más curiosa
y por demás perversa,
es la tendencia
a quedarse en el poder
por años y años,
y según ellos,
para toda la vida,
porque se dicen salvadores,
o, los únicos sabedores
de lo que se debe
y no se debe hacer.
Es curioso ver,
lo que puede hacer el poder
en la mente de los seres humanos.
Sin control y educación,
el poder es una plaga
que contamina todo sentimiento,
toda virtud, toda buena fe.
Llegados al poder,
no quieren salir de él.
Se inventan cualquier cosa,
distorsionan la realidad,
venden su alma al diablo,
y transforman su lenguaje
para adecuarlo
al lenguaje de la dictadura,
que con la mayor caradura
roba a manos llenas,
asesina sin rubor,
y compra conciencias de par en par.
Pequeños y grandes,
pero asesinos y despiadados siempre,
los dictadores existen,
aún en lugares donde -se dice-
existe democracia.
Existen,
triste noticia,
los dictadores existen,
no solamente por el apoyo
de sus ciegos seguidores,
si no, también,
por el silencio cómplice,
de sus supuestos detractores.
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