jueves, 10 de junio de 2021

Sobre dictadores y otras barbaridades

Porque ninguno de los que han conseguido criminalmente el poder, 

lo han usado con rectitud

Tácito

No termino de sorprenderme,

dmolestarme

y de sentir dolor,

por ehecho de leer (y saber)

de la existencia de dictadores,

que siguen en el poder,

a pesar de sus acciones.

 

Disfrazados de estadistas,

dciudadanos del pueblo,

dpolíticos humanistas,

llegaron al poder

defendiendo la libertad de la palabra

y lo primero que hicieron,

cuando les entregaron el poder,

fue silenciar todas las voces

que llamaban a revelarse

contra el populismo absolutista,

contra el dictador corrupto

asesino, mafioso y traidor,

que engañó a millones de ignorantes,

y se sentó en la silla del poder

donde toma,

a manos llenas,

todo el dinero que le pertenece

a la educación, a la salud pública,

aprogreso de una sociedad

y que ahora va a parar

ela cuenta de unos sicarios

que se autodefinen mandatarios.

 

Es curiosa,

por decirlo menos,

esa forma grotesca

de llegar al poder con engaño.

Pero más curiosa

y por demás perversa,

es la tendencia

a quedarse en el poder

por años y años,

según ellos,

para toda la vida,

porque se dicen salvadores,

o, los únicos sabedores

dlo que se debe

y no se debe hacer.

 

Es curioso ver,

lque puede hacer el poder

ela mente de los seres humanos.

Sin control y educación,

epoder es una plaga

que contamina todo sentimiento,

toda virtud, todbuena fe.

Llegados al poder,

nquieren salir de él.

Se inventan cualquier cosa,

distorsionan la realidad,

venden su alma al diablo,

y transforman su lenguaje

para adecuarlo

alenguaje de la dictadura,

que con la mayor caradura

roba a manos llenas,

asesina sin rubor,

y compra conciencias de par en par.

 

Pequeños y grandes,

pero asesinos y despiadados siempre,

los dictadores existen,

aún en lugares donde -se dice-

existe democracia. 

 

Existen,

triste noticia,

los dictadores existen,

nsolamente por el apoyo

dsus ciegos seguidores,

si no, también,

por el silencio cómplice,

dsus supuestos detractores. 


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