jueves, 5 de diciembre de 2019

Voluntarios

En cada comunidad hay trabajo por hacer.
En cada nación hay heridas que sanar.
En cada corazón está el poder para hacerlo.
Marianne Williamson

Nos preguntamos muchas veces,
¿cómo podemos cambiar el mundo?,
¿qué debemos hacer,
para que nuestras realidades
sean diferentes, sean mejores?,
¿cómo ayudar, como colaborar,
por dónde empezar?,
¿tendremos la capacidad
de poder transformar la realidad?

Eduardo Galeano, escribió alguna vez:
“Mucha gente pequeña,
en lugares pequeños,
haciendo cosas pequeñas,
puede cambiar el mundo.”
Y para mí estas palabras
tienen mucha verdad.

Podemos correr el riesgo
de esperar “toda una eternidad”
para hacer y apoyar
grandes cambios
o grandes transformaciones,
y dejar que la vida pase,
que la rutina nos atrape
y nos cobije la desesperanza,
la resignación y el desobligo…
o podemos empezar
por cosas pequeñas, cercanas,
silenciosas, urgentes,
importantes y necesarias.
Por arrimar el hombro
y apoyar una causa,
o empezar una,
que busque hacer del mundo,
un lugar para vivir entre iguales.
Que haga que las realidades
reflejen menos desigualdades.

Los voluntarios,
las organizaciones de voluntariado,
las personas que entregan su corazón,
a una causa,
sin esperar nada a cambio,
solamente el gusto y la satisfacción
de haber servido, ayudado o apoyado,
son la señal más clara
de que otro mundo es posible,
de que un mundo más humano,
tolerante, solidario y sensible,
es posible, y es el resultado
de nuestras propias acciones.

No esperemos sentados,
que las cosas cambien,
si nosotros no nos implicamos en el cambio.
Ser voluntarios,
o apoyar programas de voluntariado,
pondrán a mover corazones y realidades,
que en algún momento serán diferentes,
se transformarán y serán mejores.

Escribo estas palabras,
en el mes de diciembre,
donde parece ser
que somos más sensibles
al dolor ajeno,
a los problemas que tienen
y que aquejan a nuestra sociedad.
En este mes,
probablemente las manos voluntarias
serán muchas más,
que las que hay en los otros meses del año.
Seguramente,
en estos días,
habrá más vocación de servicio
y también de apoyo,
a causas que consideramos necesarias.

Pero cuando hablamos de voluntariado,
al menos así lo creo,
hablamos del poder transformador
de la acción del día a día,
pequeña o grande,
no importa,
lo que importa es que sea constante,
que venza en tiempo,
la rutina y la monotonía.

Todos los días,
necesitamos manos amigas,
manos voluntarias,
para dar de comer,
para dar de beber,
para dar una medicina,
para alegrar la vida,
para acompañar
y para hacer sentir persona
a quienes sienten
que no tienen esperanza.

Todos los días necesitamos voluntarios,
que hagan que el poco o mucho tiempo
que le dedican al prójimo,
sea un tiempo valioso y digno.

Necesitamos ser voluntarios,
alzar la mano e implicarnos,
que es diferente a dar limosna,

y regalar lo que ya no necesitamos.

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