En cada comunidad hay trabajo por hacer.
En cada nación hay heridas que sanar.
En cada corazón está el poder para hacerlo.
Marianne Williamson
Nos preguntamos
muchas veces,
¿cómo podemos cambiar
el mundo?,
¿qué debemos hacer,
para que nuestras
realidades
sean diferentes, sean
mejores?,
¿cómo ayudar, como
colaborar,
por dónde empezar?,
¿tendremos la
capacidad
de poder transformar
la realidad?
Eduardo Galeano,
escribió alguna vez:
“Mucha gente pequeña,
en lugares pequeños,
haciendo cosas pequeñas,
puede cambiar el mundo.”
Y para mí estas
palabras
tienen mucha verdad.
Podemos correr el riesgo
de esperar “toda una
eternidad”
para hacer y apoyar
grandes cambios
o grandes transformaciones,
y dejar que la vida
pase,
que la rutina nos
atrape
y nos cobije la
desesperanza,
la resignación y el
desobligo…
o podemos empezar
por cosas pequeñas,
cercanas,
silenciosas, urgentes,
importantes y
necesarias.
Por arrimar el hombro
y apoyar una causa,
o empezar una,
que busque hacer del
mundo,
un lugar para vivir
entre iguales.
Que haga que las
realidades
reflejen menos desigualdades.
Los voluntarios,
las organizaciones de
voluntariado,
las personas que
entregan su corazón,
a una causa,
sin esperar nada a
cambio,
solamente el gusto y
la satisfacción
de haber servido,
ayudado o apoyado,
son la señal más
clara
de que otro mundo es
posible,
de que un mundo más
humano,
tolerante, solidario
y sensible,
es posible, y es el
resultado
de nuestras propias
acciones.
No esperemos
sentados,
que las cosas
cambien,
si nosotros no nos
implicamos en el cambio.
Ser voluntarios,
o apoyar programas de
voluntariado,
pondrán a mover
corazones y realidades,
que en algún momento
serán diferentes,
se transformarán y
serán mejores.
Escribo estas
palabras,
en el mes de diciembre,
donde parece ser
que somos más
sensibles
al dolor ajeno,
a los problemas que
tienen
y que aquejan a
nuestra sociedad.
En este mes,
probablemente las
manos voluntarias
serán muchas más,
que las que hay en
los otros meses del año.
Seguramente,
en estos días,
habrá más vocación de
servicio
y también de apoyo,
a causas que
consideramos necesarias.
Pero cuando hablamos
de voluntariado,
al menos así lo creo,
hablamos del poder
transformador
de la acción del día
a día,
pequeña o grande,
no importa,
lo que importa es que
sea constante,
que venza en tiempo,
la rutina y la
monotonía.
Todos los días,
necesitamos manos
amigas,
manos voluntarias,
para dar de comer,
para dar de beber,
para dar una
medicina,
para alegrar la vida,
para acompañar
y para hacer sentir
persona
a quienes sienten
que no tienen
esperanza.
Todos los días
necesitamos voluntarios,
que hagan que el poco
o mucho tiempo
que le dedican al prójimo,
sea un tiempo valioso
y digno.
Necesitamos ser
voluntarios,
alzar la mano e
implicarnos,
que es diferente a
dar limosna,
y regalar lo que ya
no necesitamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario