jueves, 12 de septiembre de 2019

Sobre los incendios


El mundo no perece por los bandidos y los incendios, sino por el odio,
la hostilidad, y todas estas pequeñas rencillas
Antonio Chéjov
Los incendios,
tienen por costumbre,
demostrarnos
que no estamos preparados,
para las grandes llamas,
o los grandes desastres.

El fuego sin control,
destruye todo a su paso,
las distintas formas de vida,
la vida misma de las personas
y de los ecosistemas
que en ellos habitan
una infinita variedad
de manifestaciones de vida.

Llega un incendio
y llega el caos.
Llega un incendio
y llega la muerte…
junto a ella,
en muchos de los casos,
la amarga realidad
de sabernos impotentes,
por no poder organizarnos,
por no tener los medios para hacerlo,
por no haber invertido en prevención,
por no habernos educado.

Solamente cuando llega el incendio,
entendemos que los bomberos,
son una profesión importante,
necesaria y vital,
no para apagar el fuego,
sino para prevenirlo
y enseñarnos a actuar,
en tiempos de un incendio brutal.

Cuanta impotencia he sentido -y siento-
ante un incendio,
ante las llamas que lo consumen todo.
Apelamos, solamente,
a la solidaridad,
porque apagar las llamas no podemos,
no tenemos los medios,
no tenemos los recursos,
no tenemos la capacidad,
… el dinero que servía para ello
se lo llevaron los mismos,
los que usurpan y viven del poder,
y que siguen diciéndose entre ladrones,
quien robó más,
o quien es el más honesto
entre los malhechores.

También hay otros incendios,
aquellos que queman y acaban,
con la ética, por ejemplo,
y a la vez con la esperanza.
Incendios que queman
las buenas costumbres,
o las buenas formas.
Incendios que nos hacen,
enfrentarnos unos a otros,
haciéndonos creer
que el mundo se divide
en buenos y malos,
en ricos y pobres,
en blancos y negros,
en derecha o en izquierda.
Incendios que acaban con los matices,
con el sentido común;
incendios que encienden,
cruentas violencias,
y actuaciones perversas
complejas e inciertas.

Incendios que son el resultado,
de macabras campañas
de comunicación manipuladora
que busca sembrar en todos
el miedo, la envidia y el odio
hacia el otro,
por el simple hecho
de no pensar como él,
o como ellos.

Incendios que intentan,
acabar con la oportunidad de buscar
la suma de las verdades.
Incendios que arrasan,
con la esperanza de un mañana;
que te obligan a pensar,
que vivir sometidos
con el estómago medio lleno,
es mejor que vivir libres
con el estómago medio vacío.

En fin,
incendios que no son llamas,
incendios que no son luces.
Porque las llamas calientan,
porque las luces iluminan,
al contrario de los incendios,
que acaban a su paso… la vida.

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