La democracia debe guardarse de
dos excesos: el espíritu de desigualdad, que la conduce a la aristocracia, y el
espíritu de igualdad extrema, que la conduce al despotismo.
Montesquieu
Circulan con
prontitud,
con agilidad y
ligereza,
encuestas que
muestran,
a los futuros
ganadores,
a aquellos que
recibirán la bondad
del voto y la voluntad
popular.
Encuestas que nos
dicen,
-sin decirlo-
que nos hablan,
-con cifras-,
que nos invitan,
-sin hacerlo-,
a votar por un
candidato tal,
porque ya es el
ganador,
porque los otros
son los perdedores,
porque está escrito
y nada puede cambiar.
¿De qué lado de la
historia quieres estar?,
¿del lado de los
ganadores?
O ¿del lado de los
perdedores?.
¿Ganadores de qué?
¿de tu confianza
quizá?.
Te has preguntado
acaso,
¿qué harán con esa
confianza,
los que reciben tu
voto
y que se convierten en
ganadores?
Nos movemos, actuamos
y seguramente
decidimos,
por lo que nos cuentan
otros,
por la realidad que
nos pintan,
por las historias que
se inventan
y no porque lo que
sentimos,
vivimos y sufrimos en
el día a día.
Creemos que elegimos,
para que hagan lo que
queremos,
lo que necesitamos, lo
que anhelamos,
y buscamos como
humanidad.
Y olvidamos que una
vez elegidos,
-en su gran mayoría-
hacen lo que quieren,
lo que necesitan y lo
que anhelan,
para beneficio
personal,
de su clase y de los
que pagaron
su campaña electoral.
Sumidos en impotencia
total,
estamos obligados a
votar,
por los candidatos
que escogieron unos
cuantos,
para que gobiernen a
todos,
incluido a ti y a los
tuyos.
Entonces las
encuestas,
las fotos con
sonrisas,
las frases bonitas,
los miedos y la
ignorancia,
acompañan tu camino
hacia la urna donde
-una vez más,
dejarás tu voto y tu
confianza,
en aquel o aquella
que las encuestas
decían
que era el ganador,
y que había ganado,
antes de la elección.
Para poder intentar,
cambiar la realidad
quizá la verdadera
encuesta
es la que hagas en tu
interior,
en tu corazón,
que sea el resultado
de observar y mirar,
lo que han sido los
candidatos
en su vida personal y
social.
¿Qué han hecho con
poder y sin el?,
¿a quién han apoyado,
cuando han gobernado?.
Necesitamos urgente,
un ejercicio mental y
real,
de desterrar el
despotismo,
de los grandes y
pequeños gobiernos,
de las mentes de los
mafiosos
que tomaron por asalto
la política,
y que pelean por
quedarse con el poder,
o por llegar a él, al
precio que sea.
Necesitamos urgente,
regresar al sentido
común,
y devolver a la política
el sentido de servicio
con ética y buena
voluntad.
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