jueves, 1 de octubre de 2015

El estrado

La filosofía es la que nos distingue de los salvajes y bárbaros;
las naciones son tanto más civilizadas y cultas cuanto mejor filosofan sus hombres.
René  Descartes


Abierto el periodo de sesiones,
de la asamblea de las Naciones Unidas,
han desfilado en su estrado,
mandatarios y líderes mundiales.

Cada uno a su manera,
cada uno a su estilo,
habló con la libertad que da
el estrado público de las naciones.

Cada uno comentó,
según sus ojos,
la realidad de su país,
y la realidad del mundo.

Cada uno habló a favor de sus ideas,
y en contra de aquellas
que se oponen a su visión del mundo.

Algún mandatario audaz,
llegó a decir que era casi el único
que había cumplido
aquellos compromisos
llamados objetivos del milenio,
dejando de lado
una realidad de su país,
que dice lo contrario.

Pero,
ese es el estrado:
la capacidad de decir
y el compromiso de decirlo bien.
La capacidad no de hablar,
sino de interactuar,
y lograr a la vez,
que el público reflexione
sobre unas ideas y unas acciones
que comprometen la estabilidad social.

Y mientras los mandatarios
hablaban en el estrado,
y hablan y hablan,
en el mundo entero
las tragedias mundiales,
la crisis de los inmigrantes africanos,
la guerra en Siria,
el tráfico de personas, drogas y armas,
las limitaciones a las libertades
y la intolerancia política, religiosa y cultural,
crecen a pasos agigantados.

Frente a ello
Naciones Unidas,
propone nuevamente
diecisiete retos mundiales,
retos para un planeta sostenible,
que deberán orientar las acciones de los países,
de los gobiernos y las organizaciones.

Diecisiete temas que incluyen a la pobreza,
en todas sus formas,
el hambre, la seguridad alimentaria,
la agricultura responsable,
la salud y el bienestar de la humanidad,
la educación de calidad, para toda la vida y para todos,
la igualdad de género,
agua y saneamiento para todos,
energías asequibles, fiables y sostenibles,
oportunidades de crecimiento económico,
favoreciendo a las grandes mayorías,
trabajo digno,
una industria responsable y humana,
una reducción de desiguales entre países,
que los asentamientos humanos sean
inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles,
que aprendamos a consumir y producir
 de manera sostenible,
cuidar el ambiente, los recursos marinos,
terrestres y frenar la degradación
de la diversidad biológica,
promover el fortalecimiento
de sociedades pacíficas e inclusivas,
justicia para todos y justicia de paz,
en fin,
que todos seamos una alianza
para el desarrollo sostenible.

En otras palabras,
dejar el estrado,
y ponernos manos a la obra en el trabajo,
y si un gobierno no lo entiende,
que deje espacio a otros que lo hagan y permitan.
Y si un mandatario no lo entiende,
que deje de lado
su orgullo e ignorancia
y de paso a las manos que trabajan.

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