jueves, 15 de octubre de 2015

Alimentar al mundo

El hombre es lo que come
Lucrecio.

Hoy, día mundial de la alimentación,
bajo el lema:
"protección social y agricultura
para romper el ciclo de la pobreza rural",
nos  recuerda que las poblaciones rurales
son las más débiles y menos protegidas
cuando hablamos de acceso a comida,
a alimentos sanos y variados.

A pesar de los esfuerzos,
y las mejoras en el mundo,
en temas de alimentación,
aún cerca de ochocientos millones
de seres humanos
se alimentan de manera no adecuada,
es decir están subalimemtadas.

Las principales zonas
donde se encuentran
las personas subalimemtadas
son las llamadas "en desarrollo",
es decir sociedades pobres,
con recursos escasos,
con gobiernos afectados por la corrupción,
la guerra, el narcotráfico,
o gobiernos inestables y populistas.

Por lo tanto,
alimentar al mundo,
requiere construir sociedades pacíficas,
capaces de gestionar sus conflictos internos
y también externos.
Sociedades que construyen también,
democracias activas y participativas,
respetuosas de los derechos humanos.

Alimentar al mundo requiere,
seguridad alimentaria,
respeto por la naturaleza,
por los alimentos,
y por el derecho que tienen los pueblos,
de producir sus alimentos,
de comercializarlos
y de alimentarse con ellos.

Alimentar al mundo,
requiere también,
alimentarlo el espíritu,
alimentarlo en ideas sanas,
en modelos responsables
de crecimiento y desarrollo
que respeten y promuevan
los derechos humanos.

Necesitamos alimentar esperanzas,
sueños e ilusiones,
pero también debemos alimentar
las buenas ideas, los emprendimientos,
las innovaciones, las fuentes de trabajo digno,
las formas del buen gobierno.

Porque así como el cuerpo,
se contamina con la comida chatarra,
o la comida envenenada,
asimismo el corazón y el espíritu humano
se contaminan de aquel alimento dañino
reflejado en la ausencia de valores,
de ética y de buenas costumbres.
No podemos alimentar
a las próximas  generaciones,
con modelos de gobiernos y comercio,
que privilegian la corrupción,
el miedo como forma de manipulación,
y el enriquecimiento personal,
como imagen de éxito normal.

Que nuestro alimento sea
el reflejo de lo que somos,
y de lo que queremos ser.

Alimentar el cuerpo con amor,
y el alma con sana pasión,
por un mundo mejor.

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