jueves, 21 de mayo de 2015

Poder y libertad

Pueden forzarte a decir cualquier cosa,
pero no hay manera de que te lo hagan creer.
Dentro de ti no pueden entrar nunca.
George Orwell
¿Hasta dónde llega tu libertad?,
-se preguntan unos-
hasta que empieza la libertad del otro,
-responde alguien más.
Y creo que es verdad,
por que lo siento así,
como una expresión máxima
de la tolerancia en la convivencia.

Lo traje a colación una vez,
y no me cansaré de leer,
lo que el Quijote dice a Sancho sobre la libertad:
“La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres”

Tomo por cautiverio,
como el estar preso,
no solamente en cuerpo,
sino en pensamiento y en espíritu.
Si ya es doloroso,
estar encerrado en una cárcel,
más doloroso debe ser
el estar mentalmente encerrado
y espiritualmente impedido de ser libre.

Poder y libertad,
pueden caminar de la mano,
convivir en paz,
y transitar sin problemas.
La preocupación surge,
cuando el equilibrio
entre poder y libertad,
se acaba.

Una libertad entendida,
como libertinaje,
genera el caos y la violencia,
y degenera en una suerte de fascismo,
en la anulación total de las libertades
innatas e inherentes al ser humano.

Un poder absoluto, sin control,
sin oposición adecuada,
sin alternancia,
sin juez que lo juzgue,
degenera también
en una suerte de fascismo
que construye una realidad
diferente a la que ven los ojos.
Un poder así,
se llena la boca de palabras,
y los bolsillos de dinero.
Poder y libertad,
un equilibrio necesario
para una convivencia en paz.

Los ciudadanos tenemos derechos,
y también obligaciones que cumplir,
no solamente es pedir,
sino también dar.
Lo mismo es con el poder:
que tiene derecho de gobernar,
porque así lo han pedido los electores,
pero ese derecho,
se acompaña de la obligación de velar por todos,
de servir a todos,
de pensar en todos,
de trabajar por todos,
en beneficio de todos.

El poder tiene la obligación,
de cultivar y promover la libertad,
incluso al punto,
de que ese cultivar signifique,
formar ciudadanos críticos con ese poder,
ciudadanos que opinan,
ciudadanos que exigen,
ciudadanos que se comprometen,
con un mundo mejor,
un país mejor,
una ciudad mejor,
una barrio mejor,
una familia mejor,
un ciudadano mejor.

Crecer en libertad,
más allá de las comodidades,
más allá de la modernidad,
significa crecer con valores,
significa crecer en igualdad,
en tolerancia, en fraternidad.
Un poder que gobierna en libertad,
no necesita quedarse toda la vida,
para gobernar,
necesita educar en esa libertad,
y con eso basta.

Poder y libertad,
juntos como elementos,

de una verdadera humanidad.

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