viernes, 23 de noviembre de 2012

¿Independencia?, ¿de qué? ¿de quién?


Porque nadie puede saber por ti. Nadie puede crecer por ti. Nadie puede buscar por ti. Nadie puede hacer por ti lo que tú mismo debes hacer. La existencia no admite representantes.
Jorge Bucay

Conmemoramos,
hace pocos días,
la gesta libertaria,
la gesta de independencia.
Miles de voces repitieron,
lo que la historia cuenta:
un grupo de patriotas,
representantes del descontento,
portavoces de un pueblo
que quería ser libre,
libre para decidir,
libre para vivir,
libre para actuar,
libre para trabajar,
libre para trazar
el rumbo de las vidas presentes
y también  las futuras.

Un grupo de patriotas
que dijo ¡basta!,
a toda serie de atropellos,
inequidades y abusos del un poder,
de un poder absoluto
abusivo y cansino.

Y ese anhelo de independencia
forjó el nuevo rumbo de la Patria,
de la pequeña ciudad,
de las mentes y corazones
que soñaban con tiempos mejores.

Pero el cambio hacia la independencia
es un camino lleno de obstáculos,
no basta un grito o una revuelta,
ni una revolución, ni una guerra,
hace falta más de una vida,
que eduque, que abone,
que siembre y coseche,
los valores propios de la democracia,
de la convivencia pacífica,
de la libertad,
de la igualdad,
de la fraternidad.

El camino hacia la independencia
se ha visto truncado,
por la corrupción del poder,
por el populismo mediático,
por la inmadurez política,
por el analfabetismo de ideas y valores,
por un modelo de gobierno
basado en caudillos
de todo tipo, de toda tendencia,
de todo color,
pero caudillos al fin,
que han construido un reino
y no un gobierno,
que han construido su propio mundo
y no el mundo de todos,
que se han creído dueños de la historia
y dueños de vidas y sueños
de unos ciudadanos,
que año a año,
hablan y conmemoran la independencia
quizá sin pensar
si son realmente independientes,
si son realmente libres,
porque ese anhelo de independencia y libertad
se adormece
con las dádivas del poder,
con la desidia ciudadana.

Hoy,
en tiempo de elecciones,
quizá sea pertinente preguntar
si quienes quieren el poder
quieren realmente nuestra libertad
o por el contario, nos quieren comprar,
nos quieren presionar,
con regalos, con bonos,
con miedos, con promesas.

Hoy,
en tiempo de elecciones,
valdría pensar si pienso votar
por una idea, por una propuesta,
por un futuro, o por el contrario,
votaré por una persona,
por un caudillo
por un dios de barro,
que “habla bonito”,
que me compra el voto,
porque si eso es así…
valdría preguntar
por nuestra independencia,
¿de qué?, ¿de quién?, ¿de quiénes?.

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