viernes, 16 de noviembre de 2012

Analfabetos


“Los analfabetos del mañana no serán los que no hayan aprendido a leer,
sino los que no hayan aprendido a aprender”.
Herbert Gerjuoy.
Un  nuevo concepto,
o quizá,
una nueva forma
del utilizar una palabra:
analfabeto…
antes, usada para definir
a los que no saben leer ni escribir,
ahora, usada para encasillar
a aquellos que no saben,
sobre una realidad, sobre la vida misma.

Analfabetos,
aquellos que teniendo la posibilidad,
la obligación y la oportunidad
de generar un cambio social,
de trabajar por la sociedad,
solamente saben de “lo suyo”,
y van “a lo suyo”,
y no quieren saber nada más,
y no les interesa nada más.

Analfabetos,
aquellos que buscan el poder,
solamente para beneficio personal,
y es tal su convencimiento,
y tan peligroso a la vez,
que terminan por convencer
a una parte del electorado
que les entrega, por el voto,
el poder que buscan para beneficio propio.

Analfabetos,
porque no saben leer ni entender
una realidad social diversa,
porque la vida no solamente son números
estadísticas, e informaciones sin sentido.
Analfabetos,
los que no saben leer la historia
los que no saben leer el presente
y el futuro de un pueblo.

Analfabetos,
porque no saben leer ni entender
que es mejor enseñar a pescar
que regalar el pescado,
que el cambio social
no se produce con la ley en la mano,
que educar es un bien sagrado
y que requiere tiempo
dedicación y entrega total.

Analfabetos,
porque no saben leer ni entender
los signos de los tiempos,
que nos dicen
que no hay perennidad en el poder
que los tiempos cambian
que las sociedades siguen
y que las personas,
hoy ídolos de barro,
tarde o temprano,
serán parte del olvido.

Analfabetos,
porque no saben leer ni entender,
o porque no quieren hacerlo,
porque prefieren ignorar una realidad,
porque es mejor “hacerse el loco”,
porque es mejor dejar así las cosas,
porque siempre se han hecho así
porque nada cambiará.

Analfabetos,
aquellos que vegetan
que son simple espectadores
de una vida que pasa
y que les pasa a ellos también,
pero que poco importa
mientras abran mi boca
y depositen en ella las sobras,
mientras abran mi cabeza
y reemplacen mi cerebro
por una máquina grabadora
que repite frases y clichés de moda
porque es mejor no pensar
porque pensar es peligroso
porque podría preguntarme
¿por qué soy un analfabeto?.

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