viernes, 17 de diciembre de 2010

Cumplir el deber

La gloria consiste en el cumplimiento del deber

Casi nadie recuerda,
al funcionario, al político,
al mandatario elegido,
que asumía el servicio público
como oportunidad de beneficio,
como momento de mejora,
como jornadas de trabajo,
como preocupación total
del beneficio social.

Eran tiempos
en los que el funcionario público
se volcaba de lleno al servicio,
a estar permanentemente atento,
a que la misión de su institución
se cumpla por completo.

Tiempos en los que los ciudadanos,
recibían por lo que pagaban,
en impuestos, tasas y pagos,
y que las obras se iniciaban y terminaban.
No todo era bueno por supuesto,
pero lo era la mayoría.

Las cosas en la vida,
con el tiempo cambian de vía,
para mal o para bien se diría,
y eso afecta o ayuda depende a quien.

Hoy se “ruega” por el agua,
y se agradece hasta las lágrimas,
cuando está llega por horas,
o por pocos días,
¿cómo puede dormir un funcionario
encargado de dotar agua a sus ciudadanos,
cuando no la tienen,
ni para las necesidades mas básicas?,
¿cómo se puede alegrar ese funcionario,
de las llamadas a agradecer por la poca agua
que llega a los hogares como gran panacea?.
Ese funcionario y su equipo,
una vez que ha sido encargado de eso,
no debe descansar ni un día,
para conseguir su cometido.

Lo mismo sucede,
con quieres tienen
la responsabilidad de brindar luz eléctrica,
salud y educación pública,
con los responsables de la justicia,
con los responsables del control de precios,
con los responsables del control de la delincuencia,
con los responsables del control de la venta de drogas.
Hay una deshumanización
del deber y del servicio,
las personas hemos sido olvidadas
de ser tratadas como tal,
y quizá hayamos contribuido a ello
con nuestras acciones u omisiones,
cuando hemos permitido que los abusos,
los malos tratos y la corrupción,
encuentre en nosotros un aliado,
que además los apoya con el voto popular.

El cumplimiento del deber,
es por tanto hoy en día,
en su gran mayoría,
en las acciones del día a día,
un ejercicio de palabras vacías,
vacías de obras y de hechos,
de sentidos, de respeto,
de consideración y de estima,
para quien paga por el servicio,
para quien necesita de auxilio,
para quien recibió la promesa,
y ésta… de verdad no se ha cumplido.

El cumplimiento del deber,
es hoy un hecho extraordinario,
algo que incluso merece un premio,
cuando el premio debería ser
para quién hace mucho más
de lo que debía de hacer,
de lo que le dijeron que haga,
de lo que dice el papel.

Ya no sabemos qué es,
y qué no es el cumplimiento del deber,
y eso se debe en gran parte
a lo que hoy se llama,
el marketing de campaña,
el marketing político,
que llena los medios
con propagandas tipo,
con mensajes, con ideas,
que no sabes hasta qué punto
tergiversan todas las realidades,
y terminas agradeciendo
nuevamente como los has hecho,
por las obras, por las cosas,
que por obligación deben hacerlas…
en el cumplimiento del deber.

Que se recupere la gloria,
el honor y el gusto
por el servicio público,
que nadie busque decoros
ni palabras, ni premios,
por el simple hecho
de hacer lo que debe.
Por el contrario,
que a quienes les fuese encomendada
la tarea delicada
del servicio público,
que públicamente
pidan perdón y olvido,
por no haber cumplido,
por haber mentido,
por habernos dejado sin servicios.

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