jueves, 2 de diciembre de 2010

Agua envenenada

Nadie puede beber agua de un espejismo


Lejos están los días,
en que jugábamos y nos bañábamos
en las aguas cristalinas
de todos nuestros ríos.

Era un paseo inolvidable,
salir con nuestros padres,
al campo y ver las aves,
caminar la montaña,
nadar en el río,
volver a casa con frío,
y dormir soñando mañanas.

Los ríos siempre fueron,
inspiración sin medida,
fuente de la vida,
lugar de encuentro,
de sano esparcimiento,
de noches estrelladas,
de jornadas y de acampadas.

Los ríos y sus aguas,
fueron siempre referencias de vida,
de animales, de plantas,
de peces, de sembríos,
de ciudades mojadas,
por sus causes, por sus aguas.

Los ríos fueron siempre
la esperanza,
la tranquilidad y la calma,
nadie imaginó jamás
que algún día se podrían ir,
que sus aguas enfermaran,
que sus causes se secaran,
que de pronto el hombre
con su mano destructora
tomara por asalto
el espacio del río y todo su contenido.

Nadie pudo preveer
la muerte de los ríos,
la contaminación
y la escasez del agua,
del líquido vital,
que de pronto… dejó de ser tal,
y pasó a ser un oscuro veneno
que mata todo a su paso,
que deja una nube de desengaño
de muerte… de pesar.

Los ríos mueren de a poco,
los matan los hombres
y su maquinaria pesada,
que tiene hambre incesante
de sacar del lecho del río
todo lo que pueda ser vendido.

Los ríos mueren de a poco,
porque pensamos en ellos,
como depósitos, como basureros,
que aguantan de todo,
desechos y venenos,
aguas podridas,
residuos tóxicos,
lo que ya no queremos en la vida.

Los ríos mueren de a poco,
porque matamos lo que les da la vida,
el árbol, el bosque,
la diversidad de la tierra,
creemos que sus aguas
de por si solas llegan,
olvidamos que todo es un ciclo,
que es una interdependencia eterna,
que cuando la cortamos,
inmediatamente todo lo dañamos.

Los ríos llevan hoy,
aguas envenenadas,
aguas contaminadas,
y son vistos con malos ojos.
Te prohíben que los toques,
porque sus aguas te enferman,
peor aún que bebas de ellas,
eso sería “estar loco”,
y si sus aguas tocan la tierra,
y los alimentos que se siembran,
traerán enfermedad y daño.

Los ríos llevan hoy,
la consecuencia de nuestro olvido,
la irresponsabilidad de un atrevido,
que desecha en ellos su desgracia,
su ignorancia y su malicia.

Los ríos llevan hoy veneno,
porque no hay autoridad alguna
que los defienda, que los proteja,
que eduque, que enseñe
que ponga el ejemplo,
que sancione al incorrecto.

Los ríos llevan hoy veneno mal oliente,
hace años llevaban vida y suerte.
Antes eran alegría, hoy… tristeza y muerte.
Los ríos mueren y no tienen quien los salve.

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