jueves, 26 de agosto de 2010

Los treinta y tres

" si crees que la suerte te abandonó...
decídete a construir el futuro con tus propias manos"


Una noticia recorre el mundo:
sobre treinta y tres mineros,
atrapados en el subsuelo,
muy lejos de donde vivimos todos.

Los treinta y tres están atrapados;
mientras trabajaban,
el mundo cayó sobre sus cabezas,
pero los salvó un milagro,
como milagro fue,
que encontrasen entre los escombros
una nota que hablaba de ellos,
como diciendo “no estamos muertos”,
“no se olviden de nosotros”.

De inmediato se organiza todo,
la rueda de prensa, la noticia,
las lágrimas de las familias,
la alegría de todos,
la esperanza por la vida,
la desesperación por el tiempo que corre,
las ansias por salir,
la desesperación e impotencia de entrar.

Los treinta y tres de a poco,
se convierten en un símbolo,
en la esperanza y lucha por la vida,
en ejemplo de organización,
de deseos de vivir.

Los treinta y tres tienen que esperar,
y esperar con calma,
pues la ayuda tardará en llegar,
aunque tienen ya,
lo más importante, a más del agua:
la esperanza de vivir,
de regresar con quien mas quieren,
con quienes aman, con quienes amarán.

Los treinta y tres me recuerdan,
a todos aquellos a los que el mundo,
de pronto y sin avisar,
cayó sobre sus cabezas,
que se encuentran a oscuras,
sin apenas agua para beber,
y a veces sin ella,
desesperados porque nadie,
absolutamente nadie,
escuchas sus palabras.

Los treinta y tres simbolizan,
a los abandonados,
a los perdidos,
a los olvidados,
a los que hay que mantener
con lo mínimo para vivir,
y hacer de ello una gran noticia.

Los treinta y tres representan,
a aquellos que necesitan de prójimo,
para poder sobrevivir,
para mantener la llama viva,
de la esperanza por la vida,
por un mundo ojala mejor.

Los treinta y tres son,
un ejemplo de vida,
un llamado a la sinrazón,
que puja por desmerecer
nuestra propia existencia,
nuestro tránsito en la tierra,
nuestra naturaleza infinita.

Los treinta y tres son,
y deben ser el símbolo de la esperanza,
de aquella que nos hace grandes,
de aquella que nos convierte en inmortales,
de aquella que rompe corazones de piedra,
de aquella que une en la diversidad,
de aquella que nos recuerda,
que a pesar de nuestros males,
siempre hay una razón para vivir,
para compartir en la tierra,
nuestra mayor riqueza,
aquella que cultivamos en el corazón,
y que a veces la guardamos por temor:
nuestro amor.

Si no puedes trabajar con amor sino sólo con desgana, mejor será que abandones el trabajo y te sientes a la puerta del templo a recibir limosna de los que trabajan con alegría.
(Kalil Gibran)

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