martes, 5 de febrero de 2008

¿Quién gobierna el Chad?


Según el pais.com, un déspota protegido por Paris. Y la nota sigue: Las ONG han acreditado tantas violaciones de derechos humanos que Idriss Déby (Fada, 1952) se ha ganado un puesto de honor entre los peores sátrapas africanos. Pero Déby ha tenido siempre un amigo poderoso que le ha ahorrado muchos quebraderos de cabeza: París. Ahora ni siquiera esta amistad, debilitada tras la crisis de El Arca de Zoé, parece servirle para mantenerse en la presidencia que conquistó por las armas en 1990.

Monsieur Déby se formó como militar en la Escuela de Guerra de París y practicó lo aprendido haciéndole el trabajo sucio a su sanguinario predecesor, Hissène Habré, al que Human Rights Watch bautizó como Pinochet africano. Al final, el general rompió con su patrón y huyó a Darfur, donde preparó con sus hermanos zaghawas -una tribu que vive en la frontera entre Chad y Sudán, hoy levantada en armas contra Jartum- la toma del poder. De allí partió con sus columnas guerrilleras y tomó Yamena en diciembre de 1990. La historia parece repetirse ahora como la farsa de la que hablaba Marx: Déby es la víctima de las columnas que han llegado también del este a velocidad de crucero sin toparse con nadie dispuesto a dejar la piel por el sátrapa.

Tras conquistar el poder, Déby fue elegido presidente reiteradamente en elecciones que nunca han superado los más elementales estándares democráticos. Y ha convertido el país en su finca particular, en la que Francia ha hecho tradicionalmente lo que ha querido. "Sin los soldados franceses, el régimen se derrumbaría al instante", alardeaban no pocos franceses. Lo que no se sabía es que incluso con los soldados franceses el régimen podía derrumbarse en apenas cuatro días.

Las relaciones entre Yamena y París no pasaban sin embargo por su mejor momento desde que en otoño estalló la crisis de El Arca de Zoé. Déby dejó hacer a la ONG y detuvo a sus miembros justo antes de partir con los niños a bordo. Luego aprovechó el episodio para convertirse en martillo del colonialismo y levantarle por primera vez la voz a París. El presidente había abierto antes las puertas a China, a la que cedió la explotación del petróleo, y se sentía fuerte: tenía ya dos mentores. No está claro que tanta audacia le haya servido para algo.

Las tropas leales al presidente chadiano, Idriss Déby, resistían ayer la presión de los rebeldes e incluso habían logrado ganar algo de terreno en los alrededores del palacio presidencial gracias al uso de helicópteros y tanques, según algunas agencias internacionales. El Ejército y los guerrilleros luchaban ayer por el control de Yamena, la capital, con la población civil atrapada en medio de los combates. Fuentes humanitarias aseguran que en las calles había "decenas de cadáveres" y los hospitales trataron a más de 300 heridos.

Los analistas coinciden en que el tiempo juega a favor de Déby, que el sábado rechazó la posibilidad que le ofrecía Francia, su mentor, para abandonar Chad. El presidente que gobierna con puño de hierro el país centroafricano desde 1990 logró, en cambio, la mediación de Libia para alcanzar una corta tregua la noche del sábado que le permitió ganar tiempo para reorganizar a sus fieles. Su situación sigue siendo muy precaria, aunque ya en 2006 logró repeler -entonces con indisimulada ayuda francesa- una ofensiva rebelde que había llegado a las puertas de Yamena.

Las autoridades chadianas acusan abiertamente al vecino Sudán de estar detrás de la ofensiva rebelde, lanzada justo antes de la llegada -ahora aplazada- de las tropas de la UE en misión humanitaria al convulso este del país, que alberga a más de 200.000 refugiados de Darfur y 150.000 desplazados internos. El ministro de Minas incluso lo consideró una "declaración de guerra" por parte del país vecino, al que acusó de respaldar con helicópteros el avance rebelde en el este.

Jartum negó tajantemente las acusaciones, pero la colaboración entre Sudán y los rebeldes chadianos está bien acreditada, como también lo está la conexión de Déby con los guerrilleros de Darfur alzados contra el régimen sudanés: los conflictos de Chad y de Darfur están interrelacionados.

Francia, que ha sido tradicionalmente el mayor sostén de Déby, mantuvo ayer el apoyo formal al régimen -subrayado de forma contundente por el propio Nicolas Sarkozy-, aunque los 1.400 soldados que tiene desplegados en el país han evitado por ahora intervenir y se concentran en evacuar a extranjeros: más de 580 habían abandonado ayer el país, entre ellos media docena de españoles. Fuentes diplomáticas explicaron que la treintena de españoles que vive en Chad están localizados y a salvo y que los religiosos han decidido quedarse.

Chad, país desértico de 10 millones de habitantes, es uno de los más pobres del mundo. Pero su importancia estratégica ha aumentado desde que en 2003 empezó a exportar petróleo.

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