viernes, 26 de octubre de 2007

Los colores de la violencia


En estos días agitados,
sobresalen varios colores,
son todos animados,
y me producen temores.

Son ellos,
los colores de la violencia,
aquellos que juntos o solos,
nos muestran la diferencia.

Diferencias de opinión,
de lugar de nacimiento,
de bandera política,
de color de la piel,
del color del pensamiento,
del color del pasado,
del color del presente,
del color del futuro,

Los colores de por sí son buenos,
un claro ejemplo de ello
es el bello arcoiris,
que nos muestra que juntos,
en la diversidad compartida,
en la comunión de culturas,
está el sabor de la vida,
un sabor que mezcla,
lo amargo y lo dulce,
lo desabrido y lo picante,
un sabor que nos sabe,
agradable por momentos.

Y es que en las diferencias,
se encuentra la razón verdadera,
de la humana convivencia.
Nadie que persona sea,
desea que todos,
a su pensar se adhieran,
sin mediar siquiera,
la opinión diversa,
el criterio contrario.
Mas no aquel que nace
por el deseo solo
de llevar la contraria,
sin sustento de nada,
solamente por gusto,
de contribuir a la nada.

Por ello los colores existen,
como culto pleno,
a la diversidad entera,
a la existencia de todos,
los que su pensamiento expresan,
y por ello debemos
apreciarlos plenos,
en un arcoiris de vida.

Pero de pronto,
los colores se han vuelto
el pretexto vano,
el terreno perfecto,
para la violencia extrema,
entonces atacamos,
herimos,
quemamos,
matamos,
escupimos,
odiamos,
perseguimos,
insultamos,
condenamos,
nos vengamos,
porque alguien,
porque pocos,
porque muchos,
son de un particular color,
expresan ese color,
solamente por el gusto de hacerlo,
o porque así su piel lo muestra,
su alma lo proclama,
su corazón lo palpita,
su garganta lo habla.

Son ellos,
los colores de la violencia,
que están en banderas,
que están en las pieles,
que están en las cunas,
que están en las mentes,
y por ese hecho,
nos marcan la diferencia,
una diferencia extrema,
que en violencia termina.

Son ellos,
los colores de la violencia,
que impiden estar juntos,
compartir un trozo de tierra,
compartir una bandera entera,
compartir una sociedad plena,
viajar de un lado a otro,
caminar tranquilos,
sin pensar que nuestros hijos,
puedan ser herencia,
de nuestra brutal violencia.

Son ellos,
los colores de la violencia,
que ocultos se encuentran,
en falsas muestras
de patriotismo rancio,
de la autoproclamada
supremacía aria,
del Norte sobre el Sur,
del blanco sobre el negro,
de lo que hemos llamado,
el bien y el mal.

El arcoiris humano,
destruido de plano,
por un falso orgullo,
que cual venda impide,
vernos como un todo.

Me da pena pensarlo,
me da miedo vivirlo…
me da ira no hacer nada,
mientras escribo estas palabras,
pienso y deseo
que los colores de la violencia
sean los colores de la esperanza,
y ojala podamos pintar el lienzo
de nuestras vidas con éstos,
los últimos que espero en algún momento
sean los primeros.

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