lunes, 2 de julio de 2007

Asesinos disfrazados de guerrilleros


Reporta la prensa internacional
una macabra noticia sin igual,
los autollamados guerrilleros de las FARC,
han dado muerte los emisarios del mal,
a diez diputados secuestrados años atrás.

Y es que no solo basta la libertad quitar,
extrañar la persona, padre o madre,
de su entorno familiar.
No solo basta autodenominarse guerrillero,
que busca, y nadie cree, un nuevo orden social,
cuando en realidad solo le interesa el dinero.
No solo basta amedrentar al campesino,
asesinar al pobre, robar al afligido,
hay que apropiarse de su tierra y de su destino.

Impávidos vemos de lejos,
como estos desgraciados asesinos,
llevan a buena parte de los pueblos,
rurales y citadinos colombianos,
a un estado de terror y miedo,
que provoca una inmenso desenfreno,
de movilizaciones y desplazamientos,
cuyo destino obligado,
es el norte del Ecuador: el Putumayo.

Absortos leemos las acusaciones
al gobierno colombiano,
altos dignatarios y funcionarios de elecciones,
han financiado la creación de bandas paramilitares.
El gobierno de los colombianos,
a pretexto del terror y la violencia,
generada por asesinos guerrilleros,
ha creído que puede comprar conciencias,
creando un ejército de asesinos guerrilleros,
que ciegan vidas, que matan a gente honesta.

Llegan desesperados, hambrientos,
mal comidos y decepcionados,
mujeres y hombres, niños y ancianos,
hoy llamados desplazados.
Y como país no supimos,
aún hoy no sabemos,
como enfrentar este hecho,
como extender una mano.

Abrir las puertas,
de corazones y casas,
a los hermanos desplazados
no quiera el destino incierto,
convertirnos en lo mismo,
en algún futuro no deseado.

Y recordar que la guerra empezó,
reclamando un sueño ciudadano,
la libertad de los pueblos,
la igualdad de los hermanos.

El camino al infierno se encuentra,
de buenas intensiones empedrado,
no es lo que me digas lo que sirve,
es lo que hagas lo que siembra,
el futuro de todos: bueno o malo.

Por ello rechazo de plano,
la figura del guerrillero romántico.
La muerte solo trae muerte,
la vida no nos pertenece para nada.

Mirando el lloroso espejo,
del conflicto colombiano,
con más ahínco debemos,
buscar la paz,
construir la paz,
educar para la paz.

Miremos ejemplos de manos,
que no sólo para orar nacieron,
no empuñaron armas,
de sangre jamás se mancharon,
mujeres y hombres que llevaron,
a la libertad de los ciudadanos,
su bandera de lucha: la noviolencia,
su fin último el bien ciudadano,
sus nombres conocidos por todos:
Mahatma Gandhi y la Madre Teresa.


Bienaventurados los constructores de paz,
por que ellos verán al Señor.

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