No somos un equipo porque trabajamos juntos. Somos un equipo porque nos respetamos, confiamos y nos preocupamos por los demás
Personas,
muchas o pocas,
en un lugar, en un espacio determinado,
no quiere decir
que son un equipo,
o que trabajan juntas.
Muchos logros,
muchas metas,
son el resultado
de unos cuantos
dando la vida,
para que los resultados
parezcan de todos.
Este modelo me recuerda,
cuando un maestro enviaba
una tarea de grupo:
alguien la hacía por todos,
todos recibían el aplauso.
Una perversa manera,
de entender
un errado modelo
de “trabajo en equipo”.
Con el tiempo,
descubro la riqueza
de esta ecuación compleja:
todos para uno,
y uno para todos.
Sencilla de decir,
compleja de cumplir.
Y como las cosas buenas,
su belleza y complejidad,
radica en su naturalidad.
Respeto, confianza y solidaridad,
los primeros ingredientes,
de un equipo que deberá enfrentar
el éxito y la fatalidad.
Diálogo, respeto y humanidad,
se suman a la receta,
de ser un equipo hacia dentro
y hacia afuera.
Quizá no todos piensen igual,
quizá no todos se quieran,
pero quieren aquello
que los hace mejores y humanos.
En estos días,
he sentido tanto
eso de poder lograr juntos,
algo que solos, creíamos muy lejos.
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