No niego los derechos de la democracia; pero no me hago ilusiones respecto al uso que se hará de esos derechos mientras escasee la sabiduría y abunde el orgullo
Henri-Frédéric Amiel
Una creciente inconformidad,
rodea a la política, los políticos
y el ejercicio del servicio público.
Queremos que las cosas sean distintas,
pero seguimos eligiendo
al mismo formato de políticos
y al mismo formato de movimientos
que hacen política,
solamente en tiempos de campaña.
Si nos preguntan,
si hay democracia en nuestros países,
decimos que si,
porque asociamos el votar
y elegir mandatarios y representantes,
como el inicio y fin
de la participación ciudadana.
La democracia,
conlleva una serie de derechos,
características y por decirlo de alguna manera,
recoge una serie de conquistas
que harían del mundo,
un mejor lugar para vivirlo.
Todos esos derechos,
todas esas luchas
para proteger a los desprotegidos,
por dar trabajo a los desempleados,
salud a los enfermos,
educación a los analfabetos y necesitados,
justicia a los desamparados,
todo ello, permanecerá
solamente escrito y en la boca de los políticos,
si quienes gobiernan
sucumben a su orgullo y ambición,
y los gobernados,
dejan de hablar, pensar y actuar,
sobre lo que verdaderamente importa: todos.
De nada sirve una constitución
que diga que somos democráticos,
o un gobierno y representantes
elegidos por voto popular,
si la esencia de la democracia,
no se estudia, entiende, practica, promueve
en cada uno de los espacios de la vida.
Partidos políticos, políticos, ciudadanía,
organizaciones sociales, empresas, emprendedores,
todos, todos debemos llevar adelante
un complejo ejercicio de vida:
construir una verdadera democracia.
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