“Cómo podemos enfrentarnos al crimen organizado. Junto con la corrupción y el narcotráfico, ha constituido una fuerza que no es paralela al Estado. Es realmente un Estado dentro de él”
Rigoberta Menchú
La famosa frase de “crimen organizado”,
por desgracia, se cumple a cabalidad.
Desde hace muchos años, muchos,
el crimen se ha organizado,
de forma tal que le permita llegar
a comprar corazones, almas,
voluntades, instituciones y gobiernos.
Sus huellas son casi imperceptibles,
y las cubren con la complicidad de aquellos
que han “vendido su alma al diablo”.
El crimen organizado
diseña la total desarticulación de los cuerpos de seguridad,
el debilitamiento de la educación,
en todas sus formas y niveles,
la compra de conciencias de una parte importante
de la policía, los militares, las aduanas,
los jueces, los políticos, los burócratas,
los lobistas, los supuestos líderes sociales,
los comunicadores, los medios de comunicación.
En general,
al crimen organizado le interesa
desinformar, mal informar y generar
desconfianza, terror, temor e histeria colectiva.
Actúa de todas las formas posibles:
en los barrios más peligrosos,
en los clubes más lujosos,
en las mesas de negociación
de grupos de poder,
en las llamadas de provocación
y amenazas para que se haga
lo que ellos quieren que haga.
El crimen organizado
se tomó un país que tanto amo,
y lo dejó con instituciones “de papel”.
Tal como están las cosas,
el ejercicio de la política honesta
es una lucha titánica diaria.
La seguridad social,
agoniza en manos de mafias,
que se roban todo a manos llenas.
Aquel poder del Estado
que supuestamente garantiza
la participación ciudadana,
está al servicio de todo menos de la ciudadanía.
Los gobernantes y los funcionarios,
en una importante proporción,
responden a intereses
de aquel crimen organizado
y a sus diversas formas de organización.
Al final,
el menos organizado,
el más temeroso,
el ingenuo,
el menos preparado,
es el gran porcentaje
de una población
que aún cree en dioses de barro,
en ofertas baratas de campaña,
en caudillismos bárbaros.
La única forma de salir adelante,
de hacerle frente a ese crimen organizado,
es organizar, educar, preparar y comprometer
a una población que buscar lo mejor,
para los que ama y para los que no conoce.
Sin organización, preparación, compromiso,
entrega, solidaridad y esfuerzo,
el crimen organizado seguirá creciendo,
sin pausa y con mucha fuerza.
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