¿Cuánto es para siempre?
- A veces, solo un segundo-
Alicia en el País de las Maravillas
Me asustaba pensar
en un concepto tan grande
como el de la eternidad.
Otro que me causaba
igual inquietud
era aquel relacionado con lo infinito.
No podía, ni puedo,
imaginarme la duración de aquel tiempo,
si le sumo mañanas, tardes y noches,
desvelos y anhelos,
dolores y amores,
risas y sufrimientos.
Mas cuando pienso en lo bueno,
en lo que quiero,
en lo que quiero querer,
en lo que quisiera que pase
en la vida de los que amo,
sueño y deseo
que para ellos lo bueno
sea siempre eterno,
que les sobre para regalar
y repartir sin preocupación.
Y mientras escribo,
pienso en que mi eternidad,
es parte de mi existencia,
no después de ella.
Que mi eternidad es un instante
o una suma de ellos.
Que mi eternidad es un segundo,
o pocos, ojalá muchos de ellos.
Que mi eternidad es mi camino
a ese: para siempre,
que me deja un sabor
con el que me gusta vivir.
Mi eternidad es mi arte,
mis aprendizajes,
mis habilidades.
Mi eternidad es mi silencio,
mi capacidad de acompañar
para que esta vida
sea eso: vida
y no una suerte de quejas,
de envidias y soberbias.
Mi eternidad es la sencillez,
de transitar tratando de amar,
respetar, cuidar, promover
y embellecer a aquel ser
que te hará eterno: tú mismo.
Tú, tú eres tu eternidad,
de ti depende darle la forma,
el matiz y el brillo que se merece.
Tu eternidad es,
en si misma,
tu reconocimiento,
tu regalo y tu ejemplo,
así ese “siempre”
dure un segundo.
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