Aún es enero,
y los buenos deseos,
que se repartieron por cientos
quedaron rotos, destrozados,
triturados y perdidos,
al saber que un niño
cierra sus ojos y parte al cielo.
Seguramente no sufrirá más,
seguramente tomará la mano
de su amado padre,
seguramente está muy bien.
Ojalá eso ayude a suavizar,
el dolor tan grande de su partida
y de su ausencia en esta tierra.
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