El canal se complace pensando que los ríos no existen sino para traerle agua
Rabindranath Tagore
Es casi imperceptible
el momento en el cual,
el autoestima deja de serlo
y se convierte en ego mortal.
Trabajar siempre el amor propio,
el autoestima, el quererse,
animarse, respetarse y protegerse,
es un ejercicio fundamental
que ayuda a la salud mental.
Sin compararnos con nadie,
sin envidiar lo que otros son,
sin presuponer felicidades
y también tristezas
entre quienes nos rodean
o a quienes vemos, seguimos
admiramos y también rechazamos,
construimos día a día,
una vida personal y particular,
que depende o no
de lo que otros son
y de lo que queremos ser.
En ese caminar,
en ese complejo caminar,
llegamos a ser
la suma de errores y virtudes,
de aciertos y contraposiciones.
Una mezcla de tal forma,
que es difícil describir
peor aún encasillar.
Espero que ese camino,
en esa mezcla de matices,
en esa suerte de felicitaciones
y a la vez reclamaciones,
se camine de buena fe.
Y con ello me refiero,
a que el poder, el éxito,
el logro, el triunfo, el reconocimiento,
el crecimiento, la proyección
y todo lo que tenga que ver
con la construcción
y consolidación de una vida
personal y profesional
se asuma con sencillez,
con humildad y con entereza.
Y, si el camino,
es una suma de retos,
entuertos, desaciertos,
dias negros, errores,
y malos momentos,
tengamos el suficiente tiempo
para entenderlos, procesarlos
y convertirlos en motor
que nos transporte
al lugar donde queremos llegar.
En lo agradable
o, en aquello que nos duele,
que el autoestima nos acompañe
y no el ego que nos haga creer
una especie de dios de barro
o parte de la comunidad de los desterrados.
Por desgracia el ego,
en estos tiempos acompaña
al liderazgo mediocre,
al triunfalismo de quien se cree
merecedor de todos los honores
pisando las cabezas
de todos sus colaboradores.
O, de aquellos que
debiendo trabajar,
no lo hacen, porque les disgustan
las condiciones que deben enfrentar.
O, aquellos que esperan,
las gracias eternas
por aquello que hacen
en razón de que lo deben hacer.
Divididos
por el ego creciente,
dañamos el presente
hipotecamos el futuro de la gente
y soñamos con estatuas
que oculten a los vivos
lo que fuimos, antes de estar muertos.
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