jueves, 23 de junio de 2022

La fuerza del ejemplo


El ejemplo acaba lo que el precepto comienza

Anónimo

Observo absorto

una imagen perturbadora:

un niño ingresa a una tienda

de la mano de su madre.

Caminan por el lugar

y de pronto se detienen

ante una figura que les llama la atención:

una pelota, un balón de futbol.

El niño lo toma en sus manos

y se llena de ilusión,

porque sueña, como tantos,

lo que podría hacer con el juguete

cuando lo tenga en sus manos,

cuando sea su propiedad.

Conversa con su madre 

y parece que ella no tiene

el dinero para comprarle

aquello que él tanto quiere.

Tras un tiempo de diálogo,

se dan cuenta que nadie los mira

y la madre alienta al niño

para llevarse aquel preciado objeto

sin que nadie lo sepa,

y sin pagar un centavo.

Salen de la tienda

con la pelota en las manos del niño,

sin que en la tienda caigan en cuenta

de aquel robo cometido.


El niño tiene el balón en sus manos,

y en su corazón el ejemplo

de que cuando quieres con pasión algo

lo puedes robar, engañando a quien sea.


Es así la fuerza del ejemplo,

para bien o para mal.

Nos quejamos de los robos,

cuando enseñamos en silencio a robar.


Nos quejamos de una dirigencia

y de una clase política deficiente,

pero permitimos que gobierne

cualquier organización, ciudad

o cualquier país,

personas que no se han preparado para ello,

y defendemos con el ejemplo de la violencia

el derecho que tienen los liderazgos

para hacer lo que les da la gana.


Nos quejamos de las calles sucias,

mientras lanzamos basura

por donde vamos, sin siquiera darnos cuenta.


Nos quejamos de la violencia

y también de la corrupción,

mientras maltratamos en silencio

y con nuestro ejemplo

a nuestro entorno familiar y laboral

y pagamos al tramitador de turno

por cualquier trámite o proceso

que nos permita “cumplir con la ley”,

así ello implique

quebrantarla una y otra vez.


Nos quejamos del irrespeto,

cuando con nuestro ejemplo y acciones

irrespetamos a los demás,

descargamos nuestra intolerancia

y nuestra mala fe,

con el objetivo único

de imponernos una y otra vez.


Pero el ejemplo también puede ser

hacia el lado correcto.

Cuando no sepas que más hacer,

haz lo que corresponda,

así ello se vea raro y pasado de moda.

Haz lo digo, haz lo necesario,

haz lo que cabe, lo adecuado,

dale fuerza al buen ejemplo,

es lo peor que puede pasarles

a los dioses de barro.


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