jueves, 9 de junio de 2022

Escuchar… escucharnos


Callando es como se aprende a oír; oyendo es como se aprende a hablar; 

y luego, hablando se aprende a callar

Diógenes El Cínico

Si todos hablamos a la vez,

no sabremos ni lo que decimos,

e interpretaremos erróneamente,

lo que creíamos haber entendido

de aquellos a quienes decíamos escuchar.


Si dejamos de hablar,

si callamos,

si no nos podemos expresar,

por miedo al qué dirán,

o por la amenaza

que pesa en nuestra vida,

de que si hablamos

vendrá un castigo

que no olvidaremos jamás,

se formará un torbellino

en nuestro corazón y espíritu

que se convertirá

-tarde o temprano-

en un huracán sin sentido.


Hay que construir entonces,

espacios adecuados,

espacios sanos,

donde el hablar sea

medicina para el alma,

donde el hablar sea

bálsamo que cura

la depresión, el odio,

la frustración, la ignorancia

y la desidia. 


Que el hablar sea,

para mejorar,

para construir,

para sumar,

para hacer el bien.


Que el hablar sea,

la puerta que abrimos

y por donde permitimos

entrar a nuestro corazón:

alegre o dolido,

triste o esperanzado,

caliente o frío,

solo o acompañado.


Y es que ese hablar,

necesita de oídos,

de una escucha activa

que nos hace sentir

atendidos, tomados en cuenta,

acompañados y valorados.


De las artes adormecidas,

el saber escuchar,

es una de ellas.

Debemos despertar,

cuidar y hacer florecer,

el hermoso arte

de escuchar a la otra parte,

sea ésta, afin a nuestras ideas

o muy lejana a ellas.


Escuchar, escucharnos,

permitirá entender

mejor este camino llamado vida.


Escucharnos,

en un diálogo interno e íntimo,

donde no solamente me critico,

si no que aprendo

a quererme, aceptarme,

animarme y a plantearme

hitos que jamás creí posibles.



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