Aprender a ser,
el abrazo necesario,
la palabra que alivia,
el dolor de corazón.
Aprender a ser puerto,
para que lleguen,
cuando necesiten,
los barcos de las vidas
de los que amamos
y de los que en nosotros confían.
Aprender a entender,
que en ese caminar,
nosotros podemos sumar,
y que esa suma,
a pesar de ser dolorosa,
también provoca
una personal e íntima satisfacción.
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