Cuanto más dueño te sientas de tu poder de decisión,
más poderosas serán tus decisiones
Robin Sharma
Crecer
es aprender a decidir.
Crecer,
como sinónimo de madurez,
es aprender a decidir.
De a poco la vida,
te va entregando,
la oportunidad de decidir,
tú decides si esa oportunidad,
se transforma en capacidad.
Es quizá
una especie de arte,
una forma de arquitectura
con la que diseñamos
nuestro propio edificio interior.
Suele ser costumbre,
y por tanto parte de la cultura,
el entregar el poder de decidir
a otra persona.
Dejamos de tomar decisiones
por nosotros mismos,
argumentando para ello
que no queremos hacer daño a otros,
o que por el momento
no cabe tomar ninguna,
o porque tenemos miedo,
o porque queremos,
a pesar de las circunstancias,
seguir determinado camino.
El no tomar decisiones,
es en sí una decisión,
y muchas veces
no caemos en cuenta de ello.
La escala de las decisiones,
es muy variada y diversa.
alguna comporta
qué comer
y otras, por ejemplo,
cómo y con quien convivir.
No siempre son fáciles,
porque dependen
mucho, muchísimo del corazón,
y, por tanto, se necesita
invitar necesariamente a la razón.
Un ejercicio necesario,
un ejercicio de vida,
del cual no sabremos el resultado
sino después de haberlo tomado.
Decidir o no decidir,
tiene un efecto posterior,
del que deberemos aprender,
porque eso es aprender a vivir.
Decidir,
en función de un mal menor,
de evitar un daño posterior.
Decidir en función
del doloroso y a la vez
especial camino
que se debe transitar
hacia la paz interior.
Decidir por amor.
porque ese amor te lleva
a pensar no solamente en ti,
sino en los que amas,
en los que te aman
y en los que te amarán.
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