jueves, 14 de marzo de 2019

Los ciudadanos… y sus (supuestos) representantes


A vos os corresponde destruir al infame político que convierte al crimen en virtud. La palabra político significaba, en su origen primitivo, ciudadano; y hoy, gracias a nuestra perversidad, ha llegado a significar el que engaña a los ciudadanos. Devolvedle, Señor, su antiguo significado.
Voltaire

A pocos días,
de elegir un consejo
que se dice
de participación ciudadana,
custodio del honor,
del ejercicio de los derechos de participación
y control social de lo público,
de la lucha contra la corrupción
y la promoción de la transparencia,
capaz de designar u organizar
procesos de designación de las autoridades
que la Constitución dispone.
A pocos días digo,
de elegir a quienes,
tendrán tremenda responsabilidad,
me encuentro con varias interrogantes,
que no logro contestar
a pesar de las brillantes
intervenciones de los eruditos en la materia.

¿Será honesto pensar,
que este tipo de organismo
representa y promueve
la participación de la sociedad?,
¿que solamente le inspira
el beneficio común,
y está libre de influencias
de las mafias politiqueras
que son financiadas
por el narcotráfico
y la corrupción?

Será cierto,
que este tipo de Consejo,
es la voz del pueblo
y que, al momento de actuar,
¿lo hará pensando
en todos
y no en ninguno en especial?

Oigo a los “candidatos”
al Consejo de Participación Ciudadana
y de Control Social,
ofreciendo trabajo,
obras de infraestructura,
un mundo nuevo,
a partir de su elección,
y me pregunto si en realidad
tendremos todos
la cara de pendejos,
para que se burlen sin tapujos,
prometiendo el “oro y el moro”,
un cambio extremo,
apoyados por los dioses de barro,
que dicen que si elegimos
a unos personajes determinados,
“volverá la patria”
y con ello,
“volverá la pesadilla,
el saqueo y la mafia”,
aunque en realidad,
no sé si se ha ido,
o está oculta,
bajo el rostro sonriente
de un testaferro
del poder y de la gracia
que sabe manipular
la voluntad de un electorado
adormitado y cansado,
ignorante y desgraciado.

Los ciudadanos
hemos perdido
o quizá no hemos entendido
lo que significa
que alguien nos represente,
que un organismo
sea el abanderado
de nuestros valores,
de nuestras aspiraciones
o que una institución vele
por nuestro presente
y por nuestro futuro,
evitando y denunciado
a cuanto delincuente intente
robar el dinero de los ciudadanos,
estafar las arcas públicas,
beneficiarse de un cargo de elección popular
o vender su alma
al caudillo desgraciado
que consiguió el voto de un pueblo
que creyó en su palabra,
sin juzgar sus acciones,
peor aún su corazón y su alma.

Los ciudadanos,
no podemos aceptar,
que debamos votar,
sin saber a quien votamos,
peor aún
para que se conforme
una institución
de un poder brutal
que podría acabar
con las pocas esperanzas que tiene
el sentido común,
frente a la delincuencia organizada
por la miseria humana
disfrazada de política populachera
que baila y canta
entreteniendo al pueblo,
y tras bastidores roba,
sin descanso ni descaro.

Los ciudadanos,
deben decir ¡basta!,
y devolver la virtud que tiene
el servicio público,
la representación popular,
la voz de los sin voz,
el fin de la corrupción,
el entierro de los desgraciados,
que no solo robaron
sino que quieren seguir robando,
sin límite y sin descanso.
¡Basta de engaños!,
¡basta de hacernos daño!
Si aquella clase política no nos respeta,
hagámonos respetar como seres humanos.

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