jueves, 22 de noviembre de 2018

La ciudad de las artes


El arte da al ser humano la experiencia de vivir en un mundo donde las cosas son como deberían ser. Esta experiencia es de crucial importancia para él: Es su salvavidas psicológico. Dado que la ambición del ser humano no tiene límite, dado que su búsqueda y logro de valores es un proceso que dura toda la vida -y cuanto más elevados los valores, más dura es la lucha-, el hombre necesita un momento, una hora, cierto período de tiempo en el cual pueda experimentar el sentido de su tarea terminada, el sentido de vivir en un Universo donde sus valores hayan sido exitosamente realizados. Es como un descanso, un momento de repostar combustible mental hacia nuevos logros. El Arte le da este combustible, un momento de alegría metafísica, un momento de amor por la existencia. Como un faro, alzado sobre los oscuros cruces de caminos del mundo, diciendo "Esto es posible. (Ayn Rand)

Fue y sigue siendo,
un enclave,
un lugar rodeado
de arrugadas montañas,
y verdes saucedales.

Un lugar,
donde parece,
que por momentos,
se detiene el tiempo,
no solamente en las calles,
sino también en los corazones
y en las mentes de sus ciudadanos.

Fue y es,
para sus hijos,
la tierra más linda de la tierra,
la casita de los padres,
la ciudad que creció,
al ritmo de la música,
y en el cultivo de las artes.
Un enclave,
donde los artistas,
son vistos como gente normal,
porque el arte está allí,
en el  convivir de sus gentes...
los habitantes,
de la ciudad de las artes.

Esa ciudad,
camina por la vida,
descubriendo, poco a poco,
su verdadero potencial.
Aprendiendo que el arte,
que las artes,
son y serán siempre parte,
de su esencia y su memoria,
de su razón de ser
y su diario quehacer.

La ciudad de las artes,
necesita entonces,
creerse que de verdad lo es,
trabajar para que el arte florezca,
para que sus ciudadanos,
sean cultores y promotores,
de todas la expresiones
que el arte contiene.
Para que sus Autoridades,
incluyan en sus agendas de gestión,
-sin necesidad de que nadie les pida-
el apoyo al arte, a los artistas,
y a los espacios para el arte.
Para que sus ciudadanos,
organizados en las diversas formas posibles,
reflexionen, critiquen, construyan,
propongan, inventen, promuevan,
fomenten y compartan,
reflexiones y acciones,
que hagan cada vez más grande,
a la ciudad de las artes.

Esos mismos ciudadanos,
deben aprender a cuidar
su casa común,
su ciudad de las artes.
Porque aprender a cuidar,
es aprender a ser tolerantes,
propositivos, respetuosos,
educados, conscientes,
limpios y ordenados.
Porque lo uno, va con lo otro,
no hay arte sin belleza,
sin estética y buenas costumbres.
No hay arte sin diálogo
y sin libertad.

Por eso esa ciudad,
tiene año a año, un Festival,
que convoca y reúne,
al arte y su diversidad.

Podrán haber otros festivales,
más grandes y hermosos, quizá,
pero éste: es el Festival:
de la ciudad de las artes,
que tiene la impronta,
de una historia y una memoria,
como cimientes de una sangre,
que recorre las venas,
de los artistas sin tregua.
Este festival es:
porque la ciudad lo merece,
y es la ciudad la que debe,
cuidarlo, protegerlo,
y hacer que crezca,
para beneficio del arte,
que es el alimento del espíritu,
de un espíritu que tiene un alma,
un alma que tiene un apellido,
y ese apellido es Alma Lojana.
Que no es excluyente,
al contrario,
bajo su nombre se acoge todo
lo que el arte propone,
y se protege y promueve,
al artista en su trajinar sin nombre.

Por eso el Festival,
por eso la ciudad.
Somos sus ciudadanos,
los que debemos trabajar,
sin aspirar al descanso,
porque el arte no espera,
porque hay que preparar,
el próximo festival,
el festival... de la ciudad de las artes.

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