jueves, 4 de octubre de 2018

El peso del caminar… (sobre la vida y sus avatares)


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La vida es extraña, tantas cosas ocurren inesperadamente;
 la mera existencia no resolverá ningún problema.
Uno necesita tener infinita flexibilidad y un corazón sencillo.
Jiddu Krishnamurti


De pronto,
la ruta por donde caminas,
desaparece por completo.
El sólido piso,
y el conocido sendero
se convierten en una suerte
de túnel oscuro.
Pierdes la seguridad de caminar,
no hay luz,
y una triste sensación
-cual desorientación-
te atrapa el corazón.

La vida es extraña,
hoy estamos y mañana no,
hoy tenemos
y mañana nos hace falta.
Reímos y lloramos,
soñamos y despertamos,
en diversos escenarios,
momentos y tiempos.

Hacemos planes,
que quizá no se cumplen.
Creemos que todo será para siempre,
y sin esperarlo la vida nos dice,
que ese siempre,
tiene sus pausas.

En medio de todo,
pasan cosas buenas,
hermosas e inolvidables,
momentos sublimes,
encuentros únicos,
amores eternos,
besos, abrazos y emociones,
que nos dicen que estamos vivos,
que tenemos un por qué,
un por quién y un ojalá.

Entre tantas cosas que pasan,
dejamos de caer en cuenta,
que llevamos un peso en la espalda,
un peso que sin quererlo
es cada vez mayor,
y perdemos el sentido del camino,
de la vida  y de nuestro propio destino.

Llevamos un peso al caminar,
el  peso del resentimiento,
del rencor,
del odio o de la ambición.
Cargamos con el peso,
del por qué las cosas fueron como fueron
 y no son como hubiésemos querido que sean.
El peso de la tristeza de no poder perdonar,
ni perdonarnos jamás.
El peso de no ser
como la gente quiere que seamos,
el peso de someterse a la violencia,
por el miedo al qué dirán.

El peso de no llegar a entender,
que el único cambio
que genera cambios,
es el cambio interior,
y que las personas son como son,
que los las cosas suceden,
y que nosotros caminamos,
con mayor o menor peso,
mientras nos pasa la vida,
y nosotros no pasamos por ella.

Es precioso el tiempo,
que podamos dedicar,
a quitarnos peso de la espalda.
Que carguemos el necesario,
el suficiente, aquel que nos recuerde,
que estamos vivos,
y que debemos convivir,
entre las penas y las alegrías,
entre el amor y el desamor,
entre la pasión y el desinterés,
entre la buena fe y la bajeza humana,
entre el optimismo y la amargura.

Si logramos caminar,
sin perder la conciencia,
del peso que llevamos
en nuestras espaldas,
es casi seguro que podremos cultivar,
una infinita tolerancia de vida,
un corazón esperanzado y sencillo,
que nos brinde la habilidad
de poder caminar,
los diversos caminos,
y los diversos momentos,
aprendiendo de cada paso que damos,
y de cada momento que vivimos,
para convertirnos en paz,
en viajeros de la eternidad.

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