jueves, 12 de abril de 2018

Víctimas (de una guerra ajena)


“La guerra es el hambre, la peste, el robo, el asesinato, el sacrificio, el olvido de todos los deberes, la violación de todos los derechos, la destrucción erigida en arte, el imperio de la fuerza, el verdugo de la ley, el escarnio del dolor ; una cosa ciega como la materia, feroz como un tigre, todos los malos instintos tomando consejo de la ira, las pasiones sin freno, la desolación sin límites, la perversidad sin castigo, y el crimen sin remordimiento. ¡Ésa es la guerra!”
Concepción Arenal

Salieron ese día,
a realizar su trabajo,
salieron a buscar una noticia,
salieron pensando el volver,
en regresar a casa,
en seguir la vida,
con las penas y alegrías,
que tiene el vivir.

Salieron,
sin saber que serían víctimas,
de una guerra ajena,
de unas condiciones de inseguridad,
producto de la irresponsabilidad
de una clase política
que ha pensado siempre
en llenarse los bolsillos de plata,
de robar a manos llenas,
de mentir cada vez que abren la boca,
de reírse de la desgracia ajena,
de inventar dioses de barro,
de escribir una historia
plagada de mentiras.

Esa es la clase política,
que generó tal estado de inseguridad,
tal estado de impotencia,
que las llamadas fuerzas del orden,
y la diplomacia estatal,
no han podido reaccionar,
ante el crimen organizado,
antes las mafias de la guerra y la droga.

Víctimas,
eso tenemos hoy,
compatriotas asesinados,
por manos terroristas,
que los secuestraron y asesinaron,
ante el silencio de unos gobiernos,
que han desamparado a sus ciudadanos.

Mientras se detienen en las fronteras,
a ciudadanos comunes y corrientes,
los delincuentes y terroristas,
deambulan por nuestros países,
traficando armas, personas y drogas,
imponiendo un estado de terror,
ante la impotencia ciudadana,
que mira que los cuerpos de seguridad,
no cuentan ni con la preparación,
ni la tecnología, ni la capacidad,
para poder enfrentar a un mal,
que nos está haciendo mucho daño.

Víctimas,
eso tenemos hoy.
Víctimas de una política de estado,
que privilegió malgastar el dinero,
en instituciones de espionaje y amedrentamiento,
de ciudadanos honrados y honestos,
que denunciaban y denuncia la corrupción y la delincuencia.
En lugar de invertir,
en seguridad,
en un estado de bienestar,
que brinde protección, auxilio y cuidado.

Víctimas,
eso tenemos hoy,
victimas de un estado de inseguridad,
cuyos políticos en el poder,
prefirieron llevarse el dinero,
sin importar el presente y el futuro,
de aquellos que les creyeron,
de aquellos que los eligieron,
y de todos lo demás,
que sin votar por ellos,
tenían y tienen el derecho
de ser gobernados por políticos honestos,
y no por delincuentes de cuello blanco,
de manos sucias,
de corazones podridos
y de mentes criminales.

No podemos callar,
ante el crimen organizado,
ante las víctimas de una guerra ajena.
Debemos levantar la voz,
pedir que se vayan los incompetentes,
y que regrese de una buena vez,
el sentido común, la honestidad
y las buenas costumbres,
porque ante la delincuencia,
debemos estar juntos,
debemos estar unidos,
y exigir a los gobernantes,
seriedad, profesionalismo y fuerza,
para enfrentar una guerra,
que no es nuestra,
que la heredamos de la política corrupta,
que nos hizo y hace creer,
que han trabajado por nosotros,
cuando la realidad nos dice,
que trabajaron para su propio beneficio,
para su propio enriquecimiento ilícito.

2 comentarios:

Nuevas tecnologías para la Educación dijo...

Es verdad mi estimado Doctor, debemos unirnos para trabajar en soluciones y no dejar que nuestro país de derrumbe, el pueblo es la voz de Dios y la mayoría; debemos buscar la cura para este cáncer que se esta transformando en metástasis de tumores de toda clase de corrupción. Dios nos de la sabiduría de la decisión perfecta. Amén.

Mateo Malahora dijo...

Russell tenía razón. "La guerra no determina quién tiene la razón, solo quién queda" Jorge Muñoz Fernández, Colombia. (Mateo Malahora)