jueves, 4 de enero de 2018

Política y credibilidad

La cualidad esencial para el liderazgo no es la perfección sino la credibilidad. Las personas tienen que ser capaces de confiar en usted o no lo seguirán. ¿Cómo puede aumentar su credibilidad? No pretendiendo ser perfecto sino siendo franco.
Rick  Warren
Una de las graves herencias
de la presencia del populismo
en el ejercicio de la política,
es el haber minado,
y casi eliminado
una serie de valores fundamentales
del político en ejercicio,
y del político al servicio,
de su electorado
y de los ciudadanos en general.

Uno de los valores
que el populismo en la política,
ha dejado de lado
es la credibilidad,
es la posibilidad de creer
en la oferta de campaña,
en la palabra del político en el poder,
en lo que dicen los políticos,
la mayoría de ellos, para algunos,
unos cuantos, para otros,
todos, para otra parte de la población.

Sean todos,
o sean unos pocos,
la credibilidad en la política,
está en entredicho.
Es que el populismo,
llena su discurso,
de mentiras, con elementos
de una supuesta verdad,
o con ciertos hechos verdaderos,
por lo tanto ese discurso,
confunde a quien se cree
lo primero que lee,
o lo primero que le cuentan.

Parece ser,
que hoy en día,
política y credibilidad,
son antónimos,
y no sinónimos.
Parecería ser,
que el discurso populista,
insertado en la política,
busca en la confusión
reinar en la ignorancia y en la sumisión.


Me preocupa sobremanera,
que aunque los hechos demuestren
graves actos de corrupción,
graves actos de abuso de poder,
disposiciones arbitrarias de dinero,
discursos violentos y demagogos,
que buscan crear la imagen,
de que el que gobierna es un dios,
es un iluminado,
es alguien que no rinde cuentas,
es alguien al que hay que darle todo,
es alguien que puede tomar todo,
no solamente el dinero,
sino el presente y el futuro del pueblo,
me preocupa -decía-,
de que a pesar de ello,
se pretenda defender
el statu quo de los que buscan
vivir de y en la impunidad,
de aquellos que no pueden sostener,
una idea propia,
y juran cada día,
la bandera y las ofertas
de quien les da poder,
de quien les brinda la oportunidad
de seguir justificando el mal,
disfrazado de verdad.

No existe
un mínimo grado de vergüenza,
en una parte de la clase política,
que cambia por completo
su discurso y su libreto,
por mantenerse en el poder.

Tampoco existe,
a mi criterio,
un mínimo grado de vergüenza,
en una clase política,
que defiende a ultranza la impunidad,
que se opone a investigar,
las graves denuncias y reclamos,
en contra del manejo de los fondos del Estado,
que insiste en defender
un estilo de ejercicio de poder,
cargado de autoritarismo,
violencia e impunidad.

Cuando la credibilidad,
no es parte de la política,
nos hará comentar y hablar,
de temas superficiales,
de asuntos triviales,
logrando con ello que olvides,
lo que de verdad ocurre,
las grandes faltas contra ética,
la transparencia y la honestidad.

Cuando la credibilidad,
no es parte de la política,
los mismos políticos en el poder,
se encargan de entretener
a un electorado volcado,
en noticias sin verdad,
que olvida los abusos y lo robado,
y aplaude los discursos llenos,
de palabras que alimentan
una ignorancia sin final.

¿Cuánta credibilidad
le exigimos al político en el poder?,
Ojalá no sea la misma,
que exigimos a nosotros mismos,

en nuestra vida terrenal.

No hay comentarios: