La
cualidad esencial para el liderazgo no es la perfección sino la credibilidad.
Las personas tienen que ser capaces de confiar en usted o no lo seguirán. ¿Cómo
puede aumentar su credibilidad? No pretendiendo ser perfecto sino siendo
franco.
Rick Warren
Una de las graves
herencias
de la presencia del
populismo
en el ejercicio de la
política,
es el haber minado,
y casi eliminado
una serie de valores
fundamentales
del político en
ejercicio,
y del político al
servicio,
de su electorado
y de los ciudadanos
en general.
Uno de los valores
que el populismo en
la política,
ha dejado de lado
es la credibilidad,
es la posibilidad de
creer
en la oferta de
campaña,
en la palabra del
político en el poder,
en lo que dicen los
políticos,
la mayoría de ellos,
para algunos,
unos cuantos, para
otros,
todos, para otra
parte de la población.
Sean todos,
o sean unos pocos,
la credibilidad en la
política,
está en entredicho.
Es que el populismo,
llena su discurso,
de mentiras, con
elementos
de una supuesta
verdad,
o con ciertos hechos
verdaderos,
por lo tanto ese
discurso,
confunde a quien se
cree
lo primero que lee,
o lo primero que le
cuentan.
Parece ser,
que hoy en día,
política y
credibilidad,
son antónimos,
y no sinónimos.
Parecería ser,
que el discurso
populista,
insertado en la
política,
busca en la confusión
reinar en la
ignorancia y en la sumisión.
Me preocupa
sobremanera,
que aunque los hechos
demuestren
graves actos de
corrupción,
graves actos de abuso
de poder,
disposiciones
arbitrarias de dinero,
discursos violentos y
demagogos,
que buscan crear la
imagen,
de que el que
gobierna es un dios,
es un iluminado,
es alguien que no
rinde cuentas,
es alguien al que hay
que darle todo,
es alguien que puede
tomar todo,
no solamente el
dinero,
sino el presente y el
futuro del pueblo,
me preocupa -decía-,
de que a pesar de
ello,
se pretenda defender
el statu quo de los
que buscan
vivir de y en la
impunidad,
de aquellos que no
pueden sostener,
una idea propia,
y juran cada día,
la bandera y las ofertas
de quien les da
poder,
de quien les brinda
la oportunidad
de seguir
justificando el mal,
disfrazado de verdad.
No existe
un mínimo grado de
vergüenza,
en una parte de la
clase política,
que cambia por
completo
su discurso y su
libreto,
por mantenerse en el
poder.
Tampoco existe,
a mi criterio,
un mínimo grado de
vergüenza,
en una clase
política,
que defiende a
ultranza la impunidad,
que se opone a
investigar,
las graves denuncias
y reclamos,
en contra del manejo
de los fondos del Estado,
que insiste en
defender
un estilo de
ejercicio de poder,
cargado de
autoritarismo,
violencia e
impunidad.
Cuando la
credibilidad,
no es parte de la
política,
nos hará comentar y
hablar,
de temas
superficiales,
de asuntos triviales,
logrando con ello que
olvides,
lo que de verdad
ocurre,
las grandes faltas
contra ética,
la transparencia y la
honestidad.
Cuando la
credibilidad,
no es parte de la
política,
los mismos políticos
en el poder,
se encargan de
entretener
a un electorado
volcado,
en noticias sin verdad,
que olvida los abusos
y lo robado,
y aplaude los
discursos llenos,
de palabras que
alimentan
una ignorancia sin
final.
¿Cuánta credibilidad
le exigimos al
político en el poder?,
Ojalá no sea la misma,
que exigimos a
nosotros mismos,
en nuestra vida
terrenal.
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