jueves, 21 de diciembre de 2017

Muertos y desaparecidos

Le pregunté a mi padre:
“Si nosotros los buenos,
matáramos a todos los malos,
¿quiénes quedaríamos?
“Los asesinos”,
me contestó.

Un execrable crimen,
ciega la vida
de una pequeña niña,
que pensó regresar a casa,
no solamente ese día,
sino todos los días
que ella creía que tenía.

La mano asesina,
terminó con su vida,
causando un dolor
que no acabará nunca,
solamente será (espero),
-con el tiempo-
más llevadero, quizá,
menos intenso, ojalá-

Siendo parte de un recuerdo,
que se rodea de buen sentimiento,
y vence el odio y el resentimiento.

Como aquella niña,
otros niños también han muerto,
por culpa de manos asesinas,
de manos inhumanas.

Como aquella niña,
otros niños también han sido abusados,
han sido maltratados,
han sido desaparecidos,
sin que las voces ciudadanas,
tengan eco en el Estado,
o en las instituciones de los gobiernos.,
sin que los gritos, las protestas,
los ruegos y las ofertas,
hayan logrado traer sus cuerpos,
para ser llorados y enterrados.

Como aquella niña,
otros niños han sido,
y siguen siendo irrespetados.
Me viene a la mente el caso
de los hermanos Restrepo,
por quienes su familia,
aún no puede cerrar la oscura página
de su despreciable asesinato y desaparición.

Y qué decir,
de los cientos de niños abusados,
por profesores y maestros,
cuyos padres aún esperan
que los políticos de turno,
dejen de echarse la culpa,
y dejen actuar a la justicia,
para sancionar a los delincuentes.

Y aunque,
muchos o pocos,
piensen diferente
sobre lo que voy a decir:
no podemos creer,
que la solución pasa
por la pena de muerte,
por el cambio a la ley,
por el ojo por ojo,
por matar al asesino,
por declarar un estado de ira,
un estado de venganza y muerte.

Hay una triste y oscura realidad,
que se traduce en el hecho cruel
de que seres humanos
han sido declarados como desaparecidos,
han sido asesinados
por mafias que trafican con personas,
sin que la autoridad no pueda hacer nada
por cambiar esa realidad.

Y frente a ello,
en palabras del representante
de un colectivo que agrupa
a miles de familias que viven
con ese dolor por dentro,
frente a ello, decía,
hay un Estado y unas instituciones
que no están preparadas para hacer frente,
a las mafias del tráfico de personas,
que ponen precio a la vida,
que compran conciencias,
que compran voluntades,
que se financian,
con el dinero desgraciado
a unos delincuentes que saben,
que vender y traficar personas,
es tan lucrativo,
como vender armas y drogas.

Muertos y desaparecidos,
una dolorosa realidad,
y es más dolorosa,
cuando nos enfrentamos
a un monstro cuyos tentáculos,
están incrustados en espacios del Estado,
y cuando los ciudadanos,
no llegan a conocer la realidad completa,
del destino de sus desaparecidos,
porque no hay una estadística actual,
solo especulaciones sin par.

Que la muerte de Emilia,
no vaya al olvido,
que ella sea inspiración,
para que haya siempre una voz,
que mantenga altiva la conciencia,
ante la violencia,
ante la injusticia,
ante la incompetencia.

Que la muerte de Emilia,
sea punto de inflexión,
para que haya un después,
cargado de conciencia y razón,
que acoge y protege a las víctimas,
que sanciona a los victimarios

y que educa a los ciudadanos.

1 comentario:

Gustavo Cabrera Celi dijo...

El mayor número de víctimas del machismo no lo constituyen las mujeres sino los varones. La justa preocupación por la integridad de las mujeres ahora es necesario que se extienda a los varones.

Para esto es útil diferenciar la EXPERIENCIA del machismo, de la IDEOLOGÍA que le acompaña. La experiencia en cualquier campo es un proceso vivencial, en tanto que la ideología es su justificación. Si en un proceso vivencial existen relaciones de opresión o manipulación es común que tales relaciones se oculten, por autoprotección o conveniencia, a través de explicaciones falsas.

La experiencia del machismo está tejida de embustes y atropellos, los cuales primero destruyen la vida afectiva, física y mental de los varones, luego sus consecuencias arrasan con la vida de las mujeres... y la existencia de otros varones. La ideología del machismo oculta estos procesos, silenciando el padecimiento del varón y mutando su dolor en violencia.

Otra secuela en los varones de aquella cruel experiencia es un profundo sentimiento de impotencia, que ellos lo compensan -inútilmente- con alardes de fuerza. La conducta machista NO es una expresión de poder, sino de fuerza. El machista no es una persona poderosa es más bien una persona impotente, castrada en sus afectos y facultades racionales, que esconde su situación a los demás y a sí mismo con ostentaciones de señorío y brutalidad.

Nos hemos enterado del probable suicidio de uno de los sospechosos del terrible caso de la niña Emilia Benavides, y del posible vínculo de aquellas personas con una red de pornografía. Todo esto es abominable. Esta espiral de muerte creo que puede encararse mejor si, a más de visibilizar y denunciar la violencia contra las mujeres, también revelamos y denunciamos la violencia encubierta hacia los varones.

Un abrazo Roberto.